Pasajera en trance reunió a la socióloga y al psicoanalista, que esta semana publicó un artículo sobre los peligros del imaginario narcisista en la discusión política.
"En la Argentina veía demasiados discursos con predominio del imaginario relacionado con el narcisismo. Si Alberto es Alfonsín, si Alberto no es Cristina… Después viene el narcisismo de las pequeñas diferencias", dijo Alemán desde Madrid.
"Acá en España vi autodestruirse a Podemos así. La narrativa era que la discusión iba a enriquecer la experiencia. Pero uno no puede detener la maquinaria de Twitter y Facebook. Terminaron peleándose todos, hubo purgas de todo tipo y la gente quedó en un limbo", contó.
Romé, doctora en Ciencias Sociales e investigadora de la UBA, opinó que el texto de Alemán fue "mal leído". "Está señalando el riesgo del imaginario vinculado a la ideología. Debemos hacernos cargo de decires y formas discursivas que nos atraviesan a todes. Quienes nos creemos del campo popular debemos pensar que si la ideología neoliberal es dominante, es porque la sotenemos todos".
Como campo popular y democrático "no hemos avanzado en pensar que algunos dispositivos empobrecen los ámbitos de conversación y la forma de circulación de la palabra. Modelizan la forma en que hablamos. Estamos modulados por redes absolutamente narcisistas, con la forma de la selfie, la celebración de mi desayuno o de mi perro", afirmó la socióloga. Además, "las redes sociales dejan afuera al 90 % de la población real".
Alemán profundizó su idea: "No me parece apropiado bombardear el proyecto de Alberto con críticas extemporáneas que no tienen en cuenta la pandemia o que no estamos en el mismo período de Néstor y Cristina".
Para el psicoanalista, en los últimos tiempos de desató una dinámica en los "propios". "Antes eran el peronismo puro, ahora hay un ´kirchnerismo puro´ que a cada rato introduce interpelaciones y cuestionamientos no siempre bien fundados. No atiende a la coyuntura, algo crucial en política".
Romé concluyó que no tiene sentido "plantear las cosas en términos tan pobres como el juicio crítico o el aguante. Hay que ejercer la crítica de manera suficientemente inteligente para que intervenga con pertinencia y las escuchas necesarias. Si no, caemos en el discurso de la verdad, y ya vimos en 2015 con claridad que con tener razón no alcanza".
"Todos nos creemos que enunciamos en nombre de lo popular, sin ser capaces de abrirnos a esa sensibilidad", dijo Romé y enunció una idea "polémica: no sé quiénes de nosotros que nos entusiasmamos con una posible avanzada sobre Vicentin hubiéramos tenido el coraje de proponer esa medida hace un mes. Entonces, ahora no nos podemos rasgar las vestiduras porque no fue posible".