La autora de Aventuras de la China Iron contó en Pasajera en Trance su fascinación con la lectura del chamán yanomami Davi Kopenawa y su preocupación por los incendios en el Delta del Paraná.

"¿Pionera yo? No me di cuenta. Yo escribí algo, nomás", dijo sobre su último libro, finalista del International Booker Prize. "Me dijeron que abrió un espacio, pero no lo viví con el aura inaugural que la gente señala", agregó la escritora, que está trabajando en una nueva novela. 

Cabezón Cámara está viviendo el aislamiento con "mucha demanda de que escriba y hable sobre cosas de coyuntura. Como tengo problemas para decir que no, la concentración no es lo que mejor me sale. Pero estoy leyendo y reescribiendo, así que a la larga va a rendir".

Muy interesada en las culturas de los indios –"No me gusta decir pueblos originarios: parece que habláramos de algo muerto–, recomienda "a morir" a Kopenawa: "cuenta su visión del mundo y su experiencia de vida porque quiere compartir sus saberes y filosofía ahora, ante la inminencia del desastre. Desde su cosmovisión, la selva sostiene al cielo sobre nuestras cabezas: si se acaba con la selva, el cielo va a caer. Es una manera poética de hablar pero realmente va a pasar: el cambio climático está arrasando y va a ser peor.  Pasa en Brasil, donde ellos siguen habitando pese al mal parido hijo de mil vergas podridas de Bolsonaro, y todavía escriben. Y pasa acá, con funcionarios que son mejor gente. Al Delta lo prendieron fuego y Cabandié dijo ‘ay, qué pena´, y lo siguen prendiendo fuego. Si hubieran afanado un pan en Coto, estarían presos y golpeados".

La autora de La Virgen Cabeza insistió en que su búsqueda -–también está estudiando guaraní– no es por "el origen". Las lecturas son "pensamiento contemporáneo de gente que sobrevivió a un genocidio de 500 años y sigue luchando. Ven el arrasamiento del mundo de primera mano –como los huichis–. Pero también disfrutan de la vida, festejan, bailan, se mueven,  protestan, hacen cine: hacen belleza".

Más que de cambio climático, prefiere hablar de “cambio biocéntrico”, de luchar por la posibilidad de que continúe la vida. “Hay una sexta extinción masiva en marcha: de muchos seres vivos y la nuestra. La Tierra no nos necesita. Nosotros necesitamos que nuestros bisnietos tengan aire y agua, porque no hay humanidad sin mundo. Y si lo inventan, va a entrar muy poca gente”.

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