En su editorial Eduardo Caími recordó que hoy se cumplen 65 años de la “Revolución Libertadora”, el golpe de estado que derrocó a Perón.
El conductor de Caími a las 6 comenzó el recordatorio compartiendo las palabras de Ernesto Sábato sobre la oprobiosa jornada del 16 de septiembre de 1955: “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejabamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas.Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora. Pues ¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta”.
Asimismo Caími expresó que esta escena relatada por Sábato refleja contundencia lo que estaba en juego en aquel 16 de septiembre. “Pero no sólo en aquella jornada. En nuestra historia, antes y después”.
“La disputa fervorosa entre los círculos de privilegio, que nunca dejaron de entender el país y la vida desde su perspectiva de clase acomodada, y los sectores subalternos, periféricos, plebeyos, laburantes, como aquellas indias empleadas de la casa.El feroz bombardeo a la Plaza. El golpe destituyente. El robo del cadáver de Evita. Los fusilamientos del 56. Operación masacre. La represión institucionalizada. Las persecuciones. Las torturas. La proscripción. Las intervenciones. Robo, destrucción, pillaje y entrega. El odio se expandió, se materializó con crudeza inusitada. El instinto homicida se propagó a sus anchas” sostuvo Caími.
“Fue la respuesta reaccionaria y asesina de los sectores del privilegio al advenimiento de un país nuevo. El país del estatuto del peón, del pleno empleo, de la industrialización creciente, de la más virtuosa distribución de la riqueza. El país nuevo de la independencia económica, y que plasmaba en la constitución nacional los derechos sociales de los trabajadores, de los niños, de la ancianidad” agregó Caími.
“La historia es la maestra de la vida', dijo Cicerón y en función de nuestra propia experiencia, en esos caminos que se bifurcan. Queda claro quien es quien y hacia dónde hay que ir” completó.