- La extraña costumbre de almorzar delante de todo el mundo en la lujosa choza de una señora, a la que los aborígenes llamaban -cariñosamente- Mirtha.
- Cuando se sentaban a comer en algún boliche con mesitas al aire libre y les cobraban el 10% de recargo.
- La cantidad de runners que se desplazaban sudorosos por los bosques de la Isla de la Española.
- Un lugar al que habían bautizado Costa de Solís en un viaje anterior ahora se llamaba Costa Salguero y no te dejaban agarrar el barco porque era privado.
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