El sistema electoral estadounidense está basado en la votación indirecta, es decir, los ciudadanos y ciudadanas no votan directamente al presidente, sino a los representantes de cada Estado que luego votarán por uno de los candidatos.
Esto significa que no gana el candidato con más votos, sino el que gane en la mayoría de estados.
Además, no todos los estados tienen el mismo número de representantes; por ejemplo, California tiene 55 y Texas, 38. En todo el país hay un total de 538 electores que conforman el Colegio Electoral, la autoridad que elige al presidente de Estados Unidos. El candidato que se asegure 270 electores será el ganador.
Así, a veces el voto popular (el de la ciudadanía) puede coincidir o no con el voto electoral (el de los representantes), aunque es probable que, si por ejemplo los representantes demócratas son los más votados en la mayoría de estados, gane el candidato demócrata.
Por otra parte, las elecciones no son obligatorias en el país del norte: para votar hay que registrarse previamente y se puede emitir el voto el día de las elecciones o bien por adelantado, ya sea por correo o personalmente.