Entre sillas caprichosamente disímiles, maniquíes, vitrinas, percheros afines a los de una rústica casa de campo, escaleras abandonadas y sillones  preciosistas con fundas de plástico see trough que dejan ver sus tapizados,  transcurre por éstos días en Florencia (y en las salas que supieron cobijar a la Galería del Traje del Palacio Pitti) una extraña y poética muestra de moda denominada “El Museo Efímero de la Moda”. Concebida por el curador francés Olivier Saillard en colaboración con la experta italiana Caterina Chiarelli, encargada de la galería que supo dedicar muestras a Piero Tosi (y también reunir colecciones donadas por extravagantes italianas) la muestra en cuestión responde a las nuevas estrategias y modos de exhibir la moda que predica Saillard desde sus espectáculos junto a la actriz  Tilda Swinton pero también hace caso omiso del abordaje contemporáneo predicado desde la Galeria Uffizi y la Fundación Pitti Immagine. 

El juego de palabras implícito en la muestra no es arbitrario, entre las 200 piezas (trajes y accesorios) fechados entre  mediados del siglo diecinueve y la actualidad, hay un traje de Madame Grés tan deteriorado por el paso del tiempo que nunca más será exhibido en el contexto de una sala con ropas en proceso de extinción y desintegración. 

Pero también, gracias a las manos laboriosas de restauradores del Palacio Pitti y del Palais Galliera, se exhiben atuendos ideados en las casas de moda celébres de Florencia, Roma, Milán, París y Nueva York y entre su acervo cautivan las prendas con  etiquetas   Worth,  Mario Fortuny,  la Sartoria Rosa Genoni, Emilio Federico Schubert, Roberto Capucci, Sartoria Madeleine Vionnet, Irene Galitzine Roma, Elsa Schiaparelli, Jole Veneziani, Biki, Maison romana de alta moda Carosa, Nina Ricci, Gianfranco Ferré y Christian Lacroix. Semejante selección de iconos dialoga en 18 salas del palacio Pitti con creaciones contemporáneas y últimos gritos de la moda en las colecciones de Gucci, Rick Owens, Margiela, Bless, Fendi, Armani, Valentino, Prada, Dolce & Gabbana, John Galliano y Lanvin. “Abandonadas en sillas y sillones, suspendidas como blandas esculturas, reclinadas como bellas durmientes, las prendas son los restos del naufragio de un museo frágil, misterioso y caduco. Desaparecerá en unos pocos meses,  como víctima y testigo del paso del tiempo. Anhelamos que pueda renacer en otro momento, en otro lugar, dentro de las volubles paredes de un museo, en los espacios olvidados de un edificio. Así continuará plantando interrogantes sobre la naturaleza transitoria de la moda pero también sobre su vitalidad poética” sentenció Saillard, 

La muestra, que se exhibe hasta fines de octubre de 2017 representa un boceto de lo que en el futuro será el nuevo Museo de la Moda en el Palacio Pitti, y que así  dejará oficializado para la nuevas generaciones que visitan la Feria Pitti que sus comienzos acontecieron en los salones palaciegos. Los gestos poéticos de la exhibición admiten títulos y categorías estéticas tales como “El salón de las ropas sin etiqueta”, “Los vestidos del olvido” o Las mangas son las alas del corazón”.