La explosión por parte del Estado Islámico (EI) de la mezquita de Al-Nuri en Mosul marca una derrota decisiva para el califato declarado por Abu Bakr al-Baghdadi en la misma mezquita hace tres años. El EI seguirá luchando como una fuerza guerrillera, pero es el fin de un estado que una vez tuvo el tamaño de Gran Bretaña y desplegó una fuerza militar más poderosa que muchos miembros de las Naciones Unidas. Es de suponer que el EI decidió destruir la antigua mezquita y su famoso minarete, un símbolo de Mosul, para evitar que las fuerzas de seguridad iraquíes elevaran triunfalmente la bandera iraquí sobre un lugar tan estrechamente asociado con el EI.
El final del breve califato será reafirmado si el autoproclamado califa está realmente muerto, asesinado por un ataque aéreo ruso cerca de Raqqa hace unas tres semanas. Oleg Syromolotov, viceministro ruso de Asuntos Exteriores, reiteró ayer una afirmación hecha la semana pasada, pero con mayor certeza, diciendo que la nueva información mostró que había “un alto grado de probabilidad” de que Baghdadi estuviera muerto, asesinado después de que una reunión a la que estaba asistiendo fuera blanco de aviones rusos.
El EI está perdiendo sus últimos y más importantes centros urbanos. Cientos de sus combatientes todavía controlan partes de la Ciudad Vieja de Mosul, donde las estrechas callejuelas y las viviendas muy cercanas son terreno ideal para que se muevan sus francotiradores y suicidas. Pero todo el lado oriental de Mosul, que está dividido en dos por el río Tigris, está ahora en manos del gobierno iraquí, al igual que la mayor parte del lado oeste de la ciudad, aparte de un pequeño enclave abatido.
Ha sido un sitio épico. El asalto a Mosul comenzó el 17 de octubre del año pasado cuando las fuerzas terrestres iraquíes, apoyadas por el poder aéreo masivo de la coalición encabezada por Estados Unidos, comenzaron la operación. Los generales iraquíes y estadounidenses esperaban fuertes enfrentamientos en las afueras de Mosul, pero estaban expectantes de un avance mucho más rápido una vez que sus defensas exteriores fueran derrotadas. Este había sido el patrón cuando las fuerzas del gobierno recapturaron Ramadi y Fallujah en la provincia de Anbar al oeste de Bagdad en ofensivas anteriores. Ocurrió exactamente lo contrario: el EI adoptó tácticas diferentes y más eficaces basadas en la defensa fluida de las áreas urbanas. En lugar de defender puntos fijos hasta el último hombre, sus francotiradores, equipos de morteros y atacantes suicidas que conducían vehículos llenos de explosivos seguían cambiando sus posiciones para que no pudieran ser fácilmente localizados y destruidos por aviones y artillería.
Las fuerzas iraquíes tardaron tres meses en capturar la parte oriental de la ciudad y encontrarían la batalla aún más dura en el oeste. Para el 29 de marzo, habían perdido 774 muertos y 4600 heridos desde octubre, según un alto oficial estadounidense. Se informó que unos 3500 combatientes del EI fueron muertos en y alrededor de la ciudad entre octubre y mayo.
Las bajas gubernamentales son aún más graves de lo que parecen porque las buenas tropas de combate iraquíes son limitadas en número, concentrándose principalmente en los servicios de lucha contra el terrorismo (División Dorada), la policía federal y la división de respuesta de emergencia. Los soldados que solían ocupar territorio capturado son de una calidad mucho más dudosa, a menudo perteneciendo a las milicias chiítas o Hashd al Shaabi.
Al comienzo del asedio, la ONU calculó que había cerca de 1,5 millón de civiles en Mosul y que se informó que hay 100.000 aún atrapados en la ciudad vieja controlada por el Estado Islámico (EI). El EI les prohibe salir y sus combatientes le disparan a cualquiera que intente escapar. Unos 231 civiles fueron ejecutadas por el EI en las últimas semanas mientras intentaban irse, según la ONU. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados dijo por separado que desde que comenzó la ofensiva en octubre unas 606.000 personas han sido desplazadas de Mosul, de las cuales 190.000 han regresado. El nivel de destrucción en el oeste de Mosul, de acuerdo con las fotografías aéreas, parece muy alto, al igual que las bajas civiles porque no hay forma de separar a los combatientes del EI de los civiles que viven en las mismas casas.
El EI sufrió una seria derrota política y militar en Mosul, aunque los combates callejeros en la Ciudad Vieja podrían durar meses. Pero el EI se había resistido a fuerzas superiores respaldadas por la devastadora potencia de fuego de los aviones durante más de siete meses, mucho más tiempo de lo esperado. Además, el grupo ha retirado a muchos de sus combatientes veteranos y personal administrativo que pueden buscar refugio en las zonas rurales de Irak y Siria que el EI todavía tiene. El movimiento es famoso por su crueldad y fanatismo, pero también tiene un alto nivel de pericia y experiencia militar. Habrá previsto una derrota inevitable en Mosul y también en Raqqa, su capital de facto siria, y retiró fuerzas a fortalezas de larga data en lugares como Hawaija, al oeste de Kirkuk y en territorio en Siria al este de Deir Ezzor en el Eufrates y alrededor de Mayadeen .
El EI comenzó a perder la guerra cuando, confiado en que sus grandes victorias en Irak y Siria en 2014 habían sido divinamente inspiradas, declaró la guerra al mundo. Como resultado, tiene una larga lista de enemigos que ahora lo están cercando. En la segunda mitad de 2014, se volvió contra los kurdos en Irak y Siria, provocando así la intervención militar estadounidense contra el EI en ambos países. Los estados sunítas como Turquía, Arabia Saudita y Qatar, que una vez toleraron o ayudaron encubiertamente a los salafi-jihadistas, se volvieron más cautelosos.
Aunque Baghdadi puede estar muerto y las fuerzas sobrevivientes del EI están siendo conducidas a enclaves cada vez más pequeños en Irak y Siria, el grupo seguirá luchando. Puede activar a células y simpatizantes de todo el mundo para cometer atrocidades de alto perfil que garantizan dominar las agendas de noticias. Las celebraciones sobre la derrota del EI pueden ser interrumpidas y aparentemente contradichas por su continua capacidad de causar estragos.
El EI puede también obtener consuelo de las divisiones crecientes entre sus enemigos, cuya colaboración fue apoyada previamente por el miedo a los jihadis. A medida que este temor disminuye, hay cada vez más fricción entre Estados Unidos y Rusia, Estados Unidos e Irán, los kurdos sirios y Turquía y, más lejos, la confrontación entre Qatar, por un lado, y Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, por otro. El EI siempre fue capaz de arraigarse y crecer en el caos y la guerra.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.