Estamos ante el fallo de la Corte Suprema en relación a la presencialidad de las clases en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un fallo que pone en evidencia varias cuestiones, porque en realidad es un fallo político, que de alguna manera deja una señal muy clara de cara al futuro de la Argentina. 

Estamos entonces frente a una deslegitimación del Poder Ejecutivo por parte de la Corte Suprema. Por lo tanto, estaremos frente a una deslegitimación del voto popular, como pocas veces se ha visto en la historia democrática. 

¿Quién gobierna en la Argentina, si el presidente no puede tomar decisiones en términos sanitarios a nivel nacional, porque la Corte le va a decir que no?

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Este es un país donde por decreto se indultó genocidas, se derogó la Ley de Medios y se destruyó la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. 

Mauricio Macri por decreto regaló y se rifó nuestro patrimonio. Por decreto se remató Aerolíneas, el gas, las telefónicas, con una Corte tan corrupta y cooptada por el poder dominante como la de hoy. 

Estamos frente a un hecho más que justifica y que argumenta un golpe blando. Si la Corte hace entender que en realidad la Ciudad Autónoma de Buenos Aires puede tomar sus decisiones, entonces mañana cualquier provincia puede tomar este fallo como jurisprudencia y decir no, a tal medida del Gobierno,

Con este fallo, contrario al Gobierno nacional, la institucionalidad en la Argentina comenzará a agonizar. Las propias instituciones de la democracia estarían destruyendo la democracia. 

Pero esto es un juego y lo sabemos. No nos hagamos los desentendidos. Perdieron las elecciones, pero nunca perdieron el poder. Nunca perdieron la capacidad de daño. 

Ellos son el poder. Siguen gobernando. La pregunta entonces que urge responder es qué va a ser la política toda frente a esta avanzada de poder real. 

¿Qué va a ser la política? ¿Va a continuar llamando amigos a aquellos que juegan con la vida ajena?

Dejo abierto el interrogante cómo se va a defender la política de la amenaza del poder real. Y aquí tenemos que incluirnos cómo nos vamos a defender todos y todas como actores sociales, como constructores necesarios de la política. Frente a esto vamos a dar la batalla por una democracia en serio representativa del voto popular.