La oposición no descansa en hacer mella sobre una supuesta división entre la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente Alberto Fernández.
Aseguran cada día en sus medios que Cristina maneja Alberto; que Alberto está peleado con Cristina y que Massa no sé qué y no sé cuánto.
El poder real sabe que todo gobierno tiene un talón de Aquiles que es la economía: Si el plan económico no funciona se tiende a perder credibilidad y, con el tiempo, poder.
Es bastante lógico. Pero también el poder real sabe que particularmente este gobierno tiene otro talón de Aquiles, que es la unidad. Poder atacar directamente al seno mismo de la unidad es la fortaleza de la oposición y el talón de Aquiles de este gobierno.
El Frente que gobierna no puede darse el gusto de fragmentarse, porque esto sería no solo demostrar no haber aprendido nada del pasado, sino además generar las condiciones para el retorno de la derecha, que regresaría más salvaje de lo que fue.
Evitar que vuelva esa derecha es responsabilidad del gobierno. Pero no sólo del Gobierno, también de la política, la militancia organizada y toda la sociedad politizada desde el campo nacional y popular.
Es nuestra responsabilidad mantener un equilibrio entre las diferencias y conducir esas diferencias porque naturalmente van a surgir. Las diferencias son parte de la lógica y de la realidad política. Y está bien que así sea. Y no debe atemorizar a nadie.
Un gobierno de un frente naturalmente tiene matices, porque no es un partido quien gobierna, sino un frente con integrantes que aplican o que le gustaría aplicar distintas metodologías para una política o para otra que tiene distintas prioridades.
Esto se sabía desde el momento en que se construyó este frente. Entonces nada de esto debe asustar. La oposición quiere hacer de este hecho algo excepcional. Lo quiere presentar como una advertencia de que todo está a punto de romperse.
Y si bien lo hemos dicho más de una oportunidad que Cristina no es Massa, que Massa no es Alberto, que Alberto no es Cristina, también decimos que todos han entendido el proceso, el contexto histórico de 2019 y entre todos han resuelto una unidad por una necesidad política, pero por sobre todo por una enorme responsabilidad política que la época exige. La primera que lo entendió fue Cristina Kirchner.
La responsabilidad de una unidad electoral es consolidarse con el tiempo en una unidad política, sosteniendo las diferencias, las tensiones, los matices, todo dentro del frente de unidad y gobernar en pos de los intereses del pueblo.
Hay tensiones y peleas, por supuesto. Es política. Cada uno disputa, pero en pos de un proyecto colectivo. Y esto es lo que hay que cuidar. La disputa es parte de la política. Es sensato que suceda. Pero sabiendo que el límite es no ser oposición entre nosotros mismos.
Todo nos está permitido desde el campo nacional y popular: la crítica, la diferencia, la crítica dura, honesta, comprometida. Lo que no tenemos permitido es la oposición cuando lo que está en frente es nada más y nada menos que las políticas más criminales que nuestra historia ha evidenciado y que quiere volver.