Las medidas anunciadas son importantes. La esperanza sigue siendo un aliada importante. Igual se procedió en Europa cuando apareció la llamada segunda ola. A Europa le fue muy bien más allá que ellos van hacia las buenas temperaturas y nosotros estamos al revés. Pero no cabe duda de que a ellos les fue bien y que a nosotros nos debería ir mucho mejor.

El esfuerzo que se pidió anoche es el único camino. De eso no hay ninguna duda. Levanta el ánimo la millonada de vacunas que estarán llegando antes de que termine mayo.

La suma de restricciones más severas y la llegada de las vacunas es lo único que puede sacarnos poco a poco de esta tragedia de contagios y muertes.

El gobierno pudo adoptar las medidas con un consenso previo bastante alto. Da la impresión que la mayor parte de la población por fin toma plena conciencia del riesgo.

Cada día el coronavirus está más cerca de cada ciudadano. De cada uno de nosotros. No hay lugar para especulaciones.

Estamos viviendo el peor momento desde que empezó la pandemia. No hay ninguna duda. 

Quizás por eso puso pausa el negacionismo absurdo, esa apelación estúpida a la libertad como apelativo para apostar a la muerte.

¿Qué libertas tienen las personas que murieron? me pregunto. Los que salvamos la vida, pero arrastramos todo tipo de secuelas, ¿Cuántas libertades podemos disfrutar?

¿Era necesario esperar a estas consecuencias tan dramáticas? ¿No pudimos haber evitado muchísimas muertes? 

El mismo Larreta reconoció anoche el aumento de la última semana. ¿Tendrá que ver o no ese aumento con la resistencia de aplicar las medidas que pedía el gobierno nacional?

La Corte Suprema con sus mamarrachos jurídicos le dieron a la ciudad libertad para hacer lo que quiere. Le dijeron que no respetase al gobierno nacional y ahora perdido por perdido el gobierno de la ciudad le da la espalda a todo lo que significó esa demencial decisión de esa corte ridícula, de política barata y servil que abaló los desaciertos de la ciudad.