Con su mentira, Patricia Bullrich, ha cumplido su cometido más allá de que a las pocas horas el propio laboratorio salió a desmentirla. Bullrich sostuvo su mentira y aseguró que el comunicado de Pfizer no la contradice. Bueno, de mentira en mentira.
Todos sabemos que la mentira tiene como objetivo ocultar algo al mismo tiempo, engañar y hacernos creer de la existencia de una realidad que no es tal.
Ahora, lo que ha demostrado un sector de la política es que ese dicho que asegura que la mentira tiene patas cortas, al menos en la Argentina, no aplica.
En la Argentina la mentira es estructural. Por ejemplo, la economía basada sobre la teoría del derrame es una mentira estructural en nuestro país. La sociedad basada sobre la idea de que el pobre pobre porque quiere o porque no hizo los méritos suficientes para no salir de la pobreza, es una mentira instalada en un sector de la sociedad.
Que en la Argentina existe la libertad de prensa y la pluralidad, cuando un solo medio tiene el 85 por ciento de las radios, de los canales de aire y de cable y la máquina para hacer el papel de diario es una mentira más. Que la oposición de derecha quiere que al Gobierno le vaya bien porque de esa manera le va bien a todos los argentinos es otra de las mentiras con las que convivimos hace mucho junto a la mentira de la libertad individual, la mentira de la libertad de mercado y tantas otras.
Ahora bien, estas mentiras generan coyunturas sociales que permiten, que habilitan, que fomentan un accionar social determinado. A veces esa mentira constituye en toda una época, porque construyen a un sujeto social, hombre o mujer, que insisto, acciona en torno a esa mentira y al mismo tiempo, esa coyuntura creada por esa mentira genera un daño.
Cuando la mentira empieza a descubrirse, se salta otra. Pero el daño queda. El daño queda, la herida queda marcada.
Sin las operaciones mediáticas y judiciales de Pepín no hubieran metido preso a Cristóbal López y a Fabián de Sousa, dueños del Grupo Indalo. Sin esas mentiras que generaron consecuencias, que generaron heridas en la vida de mucha gente, no había deuda con el Fondo Monetario Internacional.
Las mentiras que generan una sociedad determinada que preste atención en un aspecto determinado. Si la persecución a un canal y a sus trabajadores no había saqueo de la economía Argentina sin el personaje siniestro.
Sin la mentira de la morsa y Aníbal Fernández no había Vidal gobernadora. Sin la mentira de las cuentas de Máximo Kirchner y Nilda Garré en Estados Unidos, la mentira del asesinato Nisman, la del dólar a futuro en contra de Cristina, la mentira del doble sueldo de Axel Kicillof, o la mentira de que se había firmado un memorándum con el terrorismo internacional no había Mauricio Macri.
Sin Macri no había deuda 100 años y no había deuda con el Fondo Monetario Internacional. Sin Macri, sin Clarín y sin sus mentiras no vivíamos un saqueo político, económico y cultural como significó Juntos por el cambio de gobierno.
Entonces la mentira puede saltar de un lugar al otro. Pero deja sus huellas y las mentiras son un puente para la oposición. Las mentiras son el instrumento. La mentira es la política de la oposición. Y hoy la mentira regula la actividad social. Por eso hay que combatirla con prisa y sin pausa.