Ayer alguien nos dijo que nosotras te habíamos enseñado a ser padre. Pero lo que esa persona no sabe es que nosotras te habíamos dicho el domingo que lo que vos eras en esta vida, era ser papá. Papi. Yo siempre sentí que era lo tuyo, que lo que a vos te gustaba era que seamos tus hijas y que nos amemos. Porque amabas a Boquita y te gustaba mucho estar en la “Produ” pero lo que vos hacías era ser papá.
Y me da miedo mi cotidianeidad. Tuve la suerte de tenerte y que me escribas todos los días para saber cómo estábamos y si a veces te dabas cuenta que aunque vos eras el papá y el adulto responsable, te daban ganas de que nosotras te escribiéramos a vos, quizá no aparecías, pero sólo para eso, para que te dijéramos un poquito nosotras a vos. Y me daba mucha ternura eso, cuando descubría que además de ser un ser super poderoso que todo lo podía, a veces eras más humano y querías que te dijeran que te querían.
A veces nos escribíamos solo para decirnos que nos extrañábamos mucho, que hace mucho no nos veíamos. Yo no sé cuántas personas hacen eso con sus papás, yo sólo sé que si pasaba una semana sin vernos te extrañaba mucho y ahora no sé cómo va a ser porque me quedan un montón de semanas. Y te voy a extrañar cada semana, yo lo sé, porque siempre fue así y ¿por qué habría de cambiar ahora?
No sé quién puede llegar a saber lo que significabas para mi y para jachu, solo vos. Porque sé que te ocupaste toda la vida de que te amemos con locura y de hacernos sentir muy amadas. Y si hay algo que vos me enseñaste es que la mejor forma de amar es hacer sentir libre al otro, así que gracias por enseñarme a sentirme libre. Fue quizá de las cosas que más me costó aprender pero tu paciencia nunca tuvo limites. Nunca se acabaron las palabras para explicarme, los ejemplos, los paralelismos, las ganas de que yo entienda de que pase lo que pase me tenía que sentir libre, y para mí eso no tiene forma de ser valuado, así que es eso: de por vida te agradezco que seas y hayas sido mi papá.
Gracias por Spinetta y por John Irving. Gracias por los libros. Gracias por poder decirme siempre la verdad y por cuidarme en todo momento. Gracias por buscarme siempre por todos lados. Gracias por el amor a la política y por esa felicidad de que con Néstor y Cristina todo había estado un poco mejor. Gracias por salir a comer afuera. Gracias por Sorry, la mejor banda del rock nacional. Gracias por siempre hacerme los mejores regalos de cumpleaños. Gracias por la escritura. Gracias por haberme enseñado a sumar y a restar en el jardín y haber activado eso en mí de estudiosa y aplicada sin querer. Gracias por asa la trova cubana (por hilitos por hilana).
Y gracias por Jachu, que es todo. Gracias por Doro. Gracias por Javi. Gracias por Chamu. Gracias por tus amigos que desde siempre fueron mi familia: por Blaya, por Jaite, por el Ruso, por Dani, por Nati. Gracias por las tías que son las mujeres más lindas que existen en el mundo. Gracias por los hijos de tus amigos, que son mis amigos desde la panza y que nadie entiende cómo pero tengo un montón de primos.
Gracias por tanto que ya ni sé por qué, porque sos mi papá, lo que soy tiene tanto de vos que no puedo creer que ya no estés. Cuando aparecía un vacío, una pregunta, una duda sobre si era un rumbo u otro me gustaba acudir a vos, a ver qué pensabas. Gracias por todo y ojalá que de alguna forma recibas todo este amor que hay acá en tierra firme, porque te juro que se desborda del mundo. (Es que a vos te gustaba mucho Facebook).
El 20 de junio falleció Pablo Alberto Fischerman, director de televisión y publicidad, muy conocido por Señoras y señores, Socias y Por ese palpitar, entre otras muchas creaciones. Pero también fue un amigo, un hermano, un defensor de sus ideales, un tipo que luchaba todos los días por un país mejor y una sociedad más inclusiva. Ante todo fue un padre dedicado y amoroso. La mayor de sus tres hijas es la autora de esta nota.