En su editorial Fernando Borroni analiza al periodismo argentino en el día del periodista.
Un nuevo Día del Periodista que es, sin dudas, siempre para celebrar y siempre para convocar a nuestra reflexión. Hay que sumar a la discusión para entender, para unificar criterios acerca de qué significa el periodismo para muchos y para muchas.
Si bien siempre estamos hablando de él, siempre estamos hablando sobre todo el periodismo opositor, en lo que han hecho, en lo que lo han ensuciado, de lo que han destruido este maravilloso oficio... Pero este día es bueno también repensar qué entendemos como periodismo, qué queremos, qué proponemos para nuestro periodismo.
Quiero poner en juego una mirada subjetiva sobre el periodismo, la mirada que uno tiene. Uno está convencido de que el periodismo es simplemente un instrumento, no es un fin en sí mismo, sino que es un qué puede ser usado en pos del poder dominante, puede ser un instrumento del pensamiento único, puede ser un instrumento del orden desigual e injusto en el que vivimos o ser un instrumento del pueblo en pos de la lucha por más y por nuevos derechos.
En el medio de esto, entre estas partes, hay presentadores de noticias, conductores que juegan una objetividad y a una neutralidad para comentar lo que al país le sucede. No está mal, es una forma, pero a uno le gusta llamar periodismo aquellos que hacen honor a su historia.
Al menos en nuestro país, el periodismo en la Argentina nació como un instrumento de disputa política con La Gaceta de Buenos Aires fundada por Mariano Moreno.
El periodismo surgió como un instrumento político como un órgano de la Primera Junta, el primer periodista que crea en Argentina un diario fue un revolucionario. No lo creó por neutral, sino por revolucionario.
Revindicar entonces este 7 de junio como Día del Periodismo en nuestro país debiera ser revindicar ese periodismo que ha sido motor también de las luchas populares de aquel entonces a hoy.
Sin embargo tenemos mayoritariamente en nuestro periodismo un sector panfletario publicitario escriba del poder dominante. Nadie que usa su tinta y su pluma para escribir lo que le redactan aquellos que someten al pueblo puede llamarse periodista.
Sin embargo hay otros miles y otros cientos que con errores y con aciertos dan la pelea para poder ser y hacer un periodismo que reivindica el oficio en búsqueda de la verdad.