La cantante Elis Regina tuvo una carrera meteórica que se inició a los 11 años, en medio de entorno social humilde, y culminó con una muerte temprana por sobredosis de cocaína y alcohol en pleno estrellato a los 36, en 1982. En esas dos décadas, grabó decenas de discos, combatió el machismo que dominaba la industria musical de aquellos años y se enfrentó a una dictadura militar cuyo desenlace no llegó a ver. El cóctel conformado por partes iguales de talento, carácter, popularidad y espíritu crítico le valió su ingreso al Partenón de los grandes representantes de la música popular brasileña. Era extraño, pues, que nadie hubiera visto antes que en esa vida arremolinada e intensa se escondía la semilla de un largometraje. La situación se revirtió el año pasado cuando el director Hugo Prata filmó Elis, una biopic que aborda los distintos recovecos de la vida de la artista desde su llegada a San Pablo a mediados de los ‘60 hasta su fallecimiento. Estrenado en la última edición del Festival de Gramado, una de las plataformas principales para el cine brasileño de aspiraciones masivas, el film oficiará de apertura de la primera edición del Festival Internacional de Cine de los Países del Sur del Mundo (Ficsur) con una proyección pautada para el próximo sábado a las 22 en la UMET (Sarmiento 2037).
“Sabía muchísimo de su vida y obra porque siempre fue mi cantante favorita”, dice vía telefónica desde Brasil Andréia Horta, la actriz encargada de ponerse en la piel de Elis y una de las visitas estelares –la otra es ni más ni menos que su colega Sonia Braga– del evento audiovisual que hasta el 8 de julio presentará más de un centenar de films, entre cortos, medios y largos, provenientes de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Venezuela, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, Egipto y Argelia, entre otros países. “Desde que era muy joven, en mi casa se escuchaba la música de Elis, así que en mi interior sentía algo muy grande y fuerte por ella, una admiración profunda por su postura y las decisiones que tomó a lo largo de su carrera”, agrega la actriz de 33 años, de amplia trayectoria teatral y televisiva en el gigante del subcontinente. Quizá por esa familiaridad asegure que la investigación “no fue muy difícil, más allá de haber visto y leído muchísimo material”. Lo que no implica que el proceso creativo no haya sido agotador: “Tuve un preparador para el cuerpo, otro para la voz y un tercero para que fonéticamente pudiera sonar lo más parecido a ella. Fueron tres meses de ensayar todos los días durante ocho horas. Hasta cuando me iba a dormir sentía que preparaba este papel”.
–Elis Regina es un personaje con una carga emocional muy fuerte. ¿Fue difícil salir del personaje y volver a ser Andréia?
–No fue difícil, pero sí me sentí muy impactada y afectada por todo este trabajo. Experimentar a Elis en mi cuerpo y en mis pensamientos me ha dado un coraje muy grande para tratar de ser quien soy y no intentar ser otra cosa. Es muy normal tratar de agradar a todos y ella me ha liberado de esa búsqueda.
–Usted comenzó su carrera en el teatro y después pasó a la televisión y al cine. ¿La experiencia sobre las tablas le sirvió para los números musicales?
–Sí, totalmente. Llevo siempre esa experiencia, no se pierde nunca. Al contrario, siempre suma como persona y artista. Trabajé intensamente cada músculo y cada respiración para las canciones. Fue realmente una de las más grandes cantantes del mundo justamente porque tenía una interpretación corporal muy intensa para cada palabra. No era sólo cantar, así que el teatro me resultó muy útil.
–Muchos críticos, músicos e intérpretes consideran a Elis como una de las mejores cantantes brasileñas de la historia. ¿Qué implica en su carrera este papel? ¿Sintió alguna responsabilidad extra?
–Creo que lo más difícil fue que yo misma pienso que Elis es una de las mejores cantantes del mundo, no sólo de Brasil. Eso me ha complicado bastante. Me gustó muchísimo avanzar despacio en la composición e ir encontrando sus distintos gestos y pensamientos en mi cuerpo. Hoy uno puede encontrar muchísimo material en Youtube, así que la comparación era algo que tenía muy presente al comienzo del trabajo. El punto fundamental fue comprender que Elis no estaba más acá, y la que estaba en escena viviendo y cantando era yo. Liberarme de ese peso fue transformador.
–El director Hugo Prata dijo que Elis es la película sobre “una mujer que luchó toda su vida contra el machismo, la dictadura militar y sus propios demonios”. ¿Coincide con esa definición?
–Sí, coincido. Casi toda la obra de Elis se desarrolló durante la dictadura. Nunca pudo hacer música con libertad, siempre tenía que pasar por la censura. Una cosa muy tacaña, increíble. Ella empezó a cantar en la década del ‘50, cuando el mundo musical estaba integrado por hombres. Era un territorio muy masculino, pero ella logró torcer eso. Se convirtió en la “Jefa”, la patrona de todos. Por eso es admirable lo que hizo.
–¿Cómo fue la proyección en el Festival de Gramado? Esa ciudad está muy cerca de Porto Alegre, de donde Regina era oriunda...
–Gramado fue un momento muy especial en mi vida. Era la primera exhibición pública de la película y encima en la tierra de Elis, así que estaba muy nerviosa. No sabía cómo iba a ser recibida ni tampoco cómo mi trabajo iba a afectar la memoria de las personas. Para mí fue un momento de gloria, el primero de mi vida, sin dudas. Me resulta muy importante que el recorrido de nuestro trabajo haya empezado ahí. Todos los gaúchos sienten un orgullo muy grande por ella.
–Salvando las distancias, a usted, igual que a Elis, la fama le llegó de muy joven. ¿Esa similitud le permitió comprender algún aspecto de ella?
–Sí. El problema de empezar a trabajar muy joven es que corrés el riesgo de perder tu privacidad. Te volvés un personaje público y tenés que empezar a responder preguntas sobre qué comés, con quién andás, con quién no. Quieren saber todo. Se genera una expectativa muy grande alrededor y piensan que uno tiene que estar siempre lindo y esas cosas, y a mí la verdad no me interesa. Yo hice teatro desde muy pequeña, así que mi oficio tiene una relación distinta con la idea de suceso. Para mí el suceso profesional no se da con la exposición. La diferencia entre Elis y yo es que ella era un poco más ingenua. A los 20 años, ella ya era muy popular pero no sabía muy bien cómo manejar la exposición porque las revistas y los programas sobre el mundo de la farándula y esas cosas recién empezaban. Con el tiempo fue cambiando su postura y empezó a elegir dónde estar, en qué lugar aparecer, con quién relacionarse. Eligió exponerse sólo como artista. En ese aspecto sí creo que nos aproximamos mucho.
–Alguna vez usted dijo que la fama es lo que menos le interesa del arte. ¿Es difícil ser famosa?
–Los artistas quieren ser vistos. Es duro que a nadie le interese lo que hacés, entonces por un lado es muy grato que a alguien le guste tu trabajo. La fama es parte de eso. Lo malo es que perdés la posibilidad de caminar por calle tranquila sin que la gente esté pendiente de tu humor, tu simpatía... Es casi un trabajo paralelo. Nadie viene a este mundo sólo para agradar, así que es una parte medio delicada. Trato de mantenerme lo más oculta posible y hablar sólo de mi trabajo para no exponerme y mantener algo de misterio sobre mi personalidad. No tengo ninguna necesidad de que alguien hable de mi vida personal.
–Además de actriz, usted también ha publicado un libro de poesía. ¿De dónde surge ese interés?
–Publiqué ese cuando terminé la facultad de Artes Escénicas y no tenía un trabajo que me permitiera ganar lo suficiente para vivir. Hice una selección y le pedí a un profesor que me ayudara a pulir los textos para que pudiera presentarlos. Siento mucha ternura cuando recuerdo esa época. Para mí en aquel momento lo importante era decir lo que sentía, expresarme. Creo que la actuación y la escritura son dos formas de tratar de comprender a la humanidad.