Pasan cosas raras con los vecinos y su día, que se celebra en homenaje a la segunda fundación de Buenos Aires allá en 1580. Pero que desde 1990 se llama “día del vecino participativo” y en un futuro no muy lejano devenirá en “Día del Vecino Cacerolero”.
Son algo raros los vecinos, porque los vecinos no son familiares, no son amigos, al menos al principio… Y sin embargo, son parte de tu vida. A mí me gusta tener vecinos, salir de casa a la mañana y saludar a Ricardo, a Pedro, al carnicero, a Ruth, de la verdulería, y a una señora que no sé quién es pero me saluda.
Y fuera de ese círculo “intimo” de vecinos, después ya empieza una línea gris, porque… ¿hasta cuántas cuadras de tu casa se considera que alguien es vecino? ¿Cuál es el límite de la vecindad? Yo a veces veo al intendente que les habla a todos los vecinos… ¿qué tienen de vecinos los que viven en Floresta y los que viven en Barracas? Que comparten el caos generalizado en los espacios comunes solamente. Y al PRO. Y las bicisendas, y la basura y las macetas de la ex del pelado... pero no mucho más. Porque para mí, un vecino es el que está cerca, no a 20 kilómetros… ese es, como mucho, compatriota, y habría que ver.
Y el vecino se puede definir de mucha maneras. Se puede decir que es alguien capaz de escucharte con tus problemas más íntimos... si la pared es finita.
En una época vivía en un edificio de paredes muy finitas. Y había una pareja que los viernes a la noche hacían el amor. Lo hacían tan bien que cuando terminaban, todos los consorcitas nos prendíamos un cigarrillo.
Lo lindo son los apodos de los vecinos que se van generando en el barrio, porque hay gente que no se sabe cómo se llama. Y el apodo tiene como 3 partes. 1: Apodo o Nickname, ejemplo: El Pelado 2: Adjetivación: Botón. 3: lugar geográfico donde se encuentra, ejemplo, de la vuelta. El Pelado Botón de la vuelta. Y esos vecinos se vuelven referencia barrial.
¿Adónde hay una ferretería? Y vos contestás: acá, pasando lo del Pelado Botón a la vuelta.
Y así se engrosa la lista: el enajenado del Décimo, el cerrajero con cara de Shrek, el otro cerrajero, Larguirucho, la estirada de al lado del kiosco, el chino de la esquina… Y podría seguir, pero no quisiera hacer un diccionario de la discriminación, que como verán, es en lo que termina la buena vecindad.
Encima ahora con los barbijos ya ni sabés quién es vecino ni quién te está esperando para una entradera. Ya no me gustaba la moda de la capucha. Ahora capucha y barbijo… difícil entablar una relación de confianza.
Y dos vecinos especiales: el misterioso, ese que nadie sabe a qué se dedica, ni cómo es su vida. Porque no habla con nadie. Y alrededor de él se tejen las más absurdas historias: que está con la pesada, que es millonario, que le pasó algo terrible, pero no se sabe qué es, si una tragedia familiar, o si votó al Pro y se arrepintió.
Y un desfile de personajes que todos conocemos: la cacerolera desaforada, el cacerolero tranquilo, el facho desaforado, el que hace ruido hasta las 5 de la mañana, el que pone la música a todo lo que da todo el día, el que deja el auto con la alarma puesta y le suena cada dos horas, el que siempre quiere armar una reunión de consorcio incluso cuando no hay nada que discutir, el mala onda, el que le gusta usar el taladro a la hora de la siesta, el del perrito que no para de ladrar nunca, el que le dijiste que no tire insecticida por la ventilación pero lo sigue haciendo, el metido, el chusma, el que no se le entiende lo que dice, el que te encontrás siempre, siempre y no hay forma de evitarlo porque se te pone a hablar y a vos no te interesa de qué te habla, el que se tira lances con todes, el que hace que su perro haga popó en tu vereda, el que te tapa la entrada del garage, el que saca la basura y la deja en tu vereda, no en la de él, la que le da de comer a las palomas en tu vereda, no en la de ella, los que no hablan de política jamás pero vos sabés que votan al pro, y que te odian y que no te pueden ni ver… en fin, que ahora que lo pienso, iba a terminar deseándoles feliz día a los vecinos, pero visto y considerando… no les digo nada.