En su columna en Aunque es de noche, Pablo Marchetti contó la historia de la palabra robot, que acaba de cumplir un siglo tras su primera aparición en una obra de teatro escrita por el escritor checo Karel Čapek en 1920.
Čapek, famoso por ser el autor de la novela de ciencia ficción La guerra de las salamandras, acuñó el concepto de “robot” como nombre para uno de los personajes de la obra R.U.R. -Rossumovi univerzální roboti en checo, Rossum's Universal Robots, en inglés- tras la sugerencia de su hermano, Josef.
“Karel le había comentado a Josef sobre la nueva obra que estaba terminando de escribir y lo había consultado sobre qué nombre ponerle al ayudante artificial del protagonista. Josef contestó "Robot" y, ahí Karel, tuvo una revelación, porque era el nombre perfecto”, relató Marchetti.
Así, si bien el término se le atribuye a Čapek, el escritor se encargó titeretadas veces de aclarar que había sido su hermano Josef a quien se le ocurrió la palabra robot, tomando como referencia el termino “robota”, que en checo y en otras lenguas eslavas significa “trabajo duro”.
“En 1933, Čapek explicó que, originalmente, su idea fue que ese asistente artificial se llamara 'Labore', palabra derivada del latín de labor, es decir, trabajo, explicó, y precisó: “Tradicionalmente robota era el período de trabajo que un siervo debía otorgar a su señor. En 1948 se prohibió la servidumbre en Bohemia, por lo que cuando Čapek escribió R.U.R el uso del término robota se seguía usando extendido a varios tipos de trabajo”.
Por otro lado, la palabra Rossum, que forma parte del título de la obra, refería en lenguas eslavas a “inteligencia”, dando a entender que los robots eran parte de una inteligencia artificial que debía estar al servicio del ser humano.
“Karel tenía presente el horror que sintió cuando, unos años antes, la tecnología bélica había sido clave para la aniquilación humana durante la Primera Guerra Mundial. La obra es un alegato contra la máquina”, apuntó Marchetti.
Así, según detalló el conductor, Čapek inició toda una línea de novelas y películas que, luego de la Segunda Guerra Mundial, vieron con temor el desarrollo de la teconología. Una de las más conocidas es la obra 2001: Una odisea del espacio, donde la computadora Hal va adquiriendo propiedades humanas y, al sentirse amenazado, se rebela y acaba convirtiéndose en un asesino de los astronautas a bordo de la nave.
“Un siglo después, los robots no parecen ser los encargados de determinar con nuestras vidas, pero sí de quedarse con nuestros trabajos. El fantasma que agitan los robots no será el de ríos de sangre, sino el del desempleo”, reflexionó Marchetti.