El Centro de Estudios Metropolitanos (CEM) presentó un informe sobre desigualdades sociales, económicas, educativas, de vivienda y salud: la pobreza en la Ciudad de Buenos Aires alcanza al 27 por ciento de las personas y al 20 por ciento de los hogares.
Así lo presentó Matías Barroetaveña, director del Centro: “El último informe del CEM pone en números lo que la pandemia evidenció: las enormes desigualdades que existen en la Ciudad de Buenos Aires”.
Estas cifras implican 3,6 puntos de diferencia respecto al año anterior en las personas y en el caso de los hogares, el aumento fue de 2,5 puntos. Además, el porcentaje de hogares bajo la línea de indigencia ascendió a 7,7 por ciento. Esto implica que, de los 1.305.476 de hogares totales en la ciudad, 263.266 están bajo la línea de la pobreza. Es decir que hay, al menos, 290.000 personas registradas que pasan hambre.
Además, hay profundizaciones específicas en ciertos sectores, muy determinados por zona, edad y género: en los hogares encabezados por mujeres la incidencia de la pobreza es de 21,1 por ciento, mientras que en los encabezados por varones es de 18,4 por ciento.
En ese mismo sentido, las mujeres empleadas reciben, en promedio, salarios un 13 por ciento más bajos que los varones y las personas jóvenes (18 a 30 años) ocupadas cobran un 39 por ciento menos que los adultos (31-65 años).
Sin ir más lejos, quienes perciben salarios más altos son hombres adultos de la zona norte de la Ciudad y en contraposición, quienes gozan de un sueldo menos digno son las mujeres de la zona sur. Asimismo, la zona sur (barrios de La Boca, Villa Soldati, Villa Lugano, etc) cuentan con un 32,6 por ciento de pobreza, mientras que los barrios de la zona norte (Palermo, Recoleta, Belgrano, etc) el índice se reduce a 12,6 por ciento.
La mayoría de los barrios populares, villas y asentamientos, se encuentran en la zona sur de la ciudad, allí muchas familias viven hacinadas en pequeñas habitaciones. En dichos barrios, más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo y el porcentaje asciende respecto al acceso a servicios básicos: el 77 por ciento no está conectado a la red pública de electricidad ni a la red cloacal, mientras que el 91 por ciento no está conectado a la red pública de agua corriente.
Cabe destacar que CABA es el centro urbano con los niveles de desarrollo económico más altos del país. Aún así, cuenta con niveles crecientes de desigualdad, de hasta 8,3 veces más, entre las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos y los más acomodados.
Respecto a lo destinado para el acceso a una vivienda digna, el presupuesto de 2021 es de $8,302 millones, apenas recibió un aumento ajustado a la inflación. Es 67.9 por ciento menor en relación al presupuesto ejecutado en 2019. Respecto de la subejecución en las erogaciones presupuestarias destinadas a salud, vivienda, educación, el director del CEM detalló: “Lo que va del presupuesto ejecutado e informado por la Ciudad, solo han implementado la mitad de los recursos disponible aún con las necesidades que han crecido”.
Teniendo en cuenta el marco pandémico que nos compete, el acceso a internet se transformó en una necesidad casi básica. Según el estudio, el 12 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en edad escolar no tiene computadora en sus casas, situación que empeora en las zonas más pobres: 27,3 por ciento en las Comunas de la zona sur y 43,8 por ciento en villas.
Esto impide, directamente, que puedan continuar con sus estudios. Aquí también se ve claramente la diferencia entre las familias que pueden y eligen inscribir a sus hijos en escuelas de gestión privada: en el nivel primario un 19,5 por ciento de los estudiantes de escuelas privadas no tiene acceso a una computadora, mientras que en el caso de las escuelas de gestión estatal este porcentaje asciende a 59,4 por ciento.
Observando las carteras que debieran destinar políticas públicas para paliar o mejorar estas situaciones, vemos que los presupuestos para Desarrollo Social, Vivienda y Educación, reducen los montos reales asignados y se resalta una fuerte subejecución durante el primer trimestre de 2021.
Por ejemplo, el Programa Ciudadanía Porteña, que busca garantizar alimento y otras necesidades básicas a los sectores más vulnerados, presenta para este trimestre una ejecución de solo un 14 por ciento de lo estipulado para este año.
Al respecto, Barroetaveña remarcó: “Más de un cuarto de la población vive en la pobreza. Sin embargo, el gobierno nacional ha implementado políticas como el IFE, el ATP, la tarjeta Alimentar, entre otras y el GCBA ha estado completamente ausente pese a contar con un presupuesto de más de 600 mil millones de pesos”. Y sentenció: “Es imprescindible que el GCBA esté a la altura de las circunstancias e implemente políticas que acompañen a esas políticas nacionales, permitiendo el acceso a la canasta básica a sectores importantes de la población”.
Por último, dijo: “La visibilidad que estas desigualdades alcanzaron en la pandemia deben servir para revertir esta situación y construir un estado con políticas activas que atiendan la emergencia a la vez que planifiquen a largo plazo con una sociedad porteña más homogénea con una base común de protección social”.