“La autonomía económica (de las mujeres) es muy importante porque está determinando a la autonomía física y también a la autonomía en la toma de decisiones. Este tema es muy relevante y ahí tenemos un nudo de pensamiento que tenemos que trabajar mucho”, dijo Line Bareiro, politóloga paraguaya y feminista de reconocimiento internacional. De paso por Buenos Aires, presentó un trabajo sobre el estado de situación de los derechos humanos de las mujeres en América Latina y el Caribe. En este diálogo, hizo un balance positivo sobre la vida actual de las mujeres ( “para las mujeres todo tiempo pasado siempre fue peor”) pero instó a no cansarse y a seguir trabajando en el campo de las relaciones de género, generando pensamientos transformadores. “A las mujeres nos conviene siempre más democracia, mejor funcionamiento de las instituciones para nosotras mismas sentirnos sujetos de derechos”, definió.
–Presentó un informe del estado de situación de los DD.HH. de las mujeres en Latinoamérica y el Caribe. ¿Qué encontró al comparar la situación en los distintos países?
–Yo veo esta enorme diferencia, tan fuerte, en el continente sobre todo, entre lo decidido y lo realizado. Las normas van por un lado y la realidad por el otro. Yo separo por el tema, para que esas restricciones a la ciudadanía de las mujeres que existen, vienen a veces de la ley, de la norma, a veces de la institucionalidad pública que no es capaz de generar los mecanismos o generar un protocolo o de aplicar la ley. Y a veces viene de la propia subjetividad de la sociedad. Las mismas mujeres, que no están usándola.
–Al presentar el informe dijo que uno de los problemas más graves es el acceso a la Justicia. ¿Esto en caso de violencia o en general?
–No, en general. Mirando casos de las migrantes, mirando casos de familias, en el derecho de familia están ancladas la mayor parte de las discriminaciones. Además un gran contenido ha sido el cambiar las leyes, pero no se cambiaron las mentalidades, entonces los estereotipos funcionan en la judicatura. Y esto se ve claramente, como es bastante seria la forma de juzgar y eso. Pero no es solamente en el acceso a la justicia, sino que tiene que ver con el acceso al trabajo, con el desempeño, con la enorme carga de las mujeres y con inmensos sectores de mujeres que directamente no se sienten sujetos de derechos, como puede ser el caso de las trabajadoras migrantes en Argentina.
–En su charla citó a alguien que dice que estamos en un momento de una sociedad de pos- derechos humanos. ¿Puede explicarlo?
–Cité a una defensora de DD.HH., que es Marta Maurás, la jefa de la misión de Chile ante la ONU, ella fue integrante del comité de derechos, alguien de DD.HH. que en un momento dijo como algo sabido: “esta sociedad post derechos”. Esto es un espanto, me asusté, nos asustamos. Vemos que están triunfando políticamente sectores que son muy anti-derechos, muy despreciadores. Inclusive, pareciera ser que hay sectores con privilegios, no de los de clase alta solamente, ¿no?... Hablaba del electorado de Trump, algunos de ellos sentían que perdieron sus privilegios, en pueblos y demás, porque ya no querían sentarse a comer con quienes ellos no deseaban y no sentían que fuesen sus iguales. Entonces esta situación toda crisis es en realidad un momento de inflexión, donde nos obliga a recolocar las cosas, a trabajar de otra manera y a poder hilvanar cosas que puedan ser adecuadas a este momento. Porque la verdad es que asusta mucho el ataque de grupos anti-derechos a la igualdad de las mujeres, a esta desorganización que trae en ciertas formas sociales toda la lucha de las mujeres. A su vez, la categoría Género y la perspectiva analítica de género también dieron sentido a otros colectivos, no necesariamente a mujeres, sino a homosexuales o personas trans, que empezaron a trabajar sobre esto. Inclusive yo te diría que con algunas variantes con respecto al discurso feminista, ¿sí? Es impresionante
–O sea que en este momento este avance generó…
-¡Es genial! ¿Qué pasa? Se constituye además de todo, en una propuesta epistemológica, que tiene un poder teórico. Ya no solamente es una categoría sino que se ha puesto a prueba empíricamente, a través de investigaciones en todo el mundo. Y te lo puedo decir desde los informes que se traen al Comité CEDAW (Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer). Yo estuve en diálogo por lo menos con cien países y es impresionante cómo escuchaba a los gobiernos y a la sociedad desde muy distintos puntos de vista, y sin embargo todos trayendo elementos que hacen a lo público, lo privado, a la división sexual del trabajo, etc.
–Tomando el tema violencia de género, ¿cuál es la situación de la región? Usted dijo que hay que diferenciar por clusters. ¿Cómo es eso?
–Son clusters cuando ves que es un sistema de trabajo que no está necesariamente en el mismo subsistema. Lo que vi en este proceso, es que hay una diferencia. Si bien hay fenómenos o hechos que suceden en todos lados, el feminicidio, somos el continente con mayor registro de feminicidios, al mismo tiempo que con mayor desigualdad social. Pero asimismo, desde mi punto de vista, varía enormemente cuando estás en situación de desplazamiento o de violencia extrema, o marcada a fuego cruzado entre el narcotráfico y el Estado, o con guerrillas y el Estado, o entre guerrillas, o entre grupos de narcotraficantes. Todo este tema del conflicto. Y también la violencia social, las maras y demás, es una situación distinta a problemas de violencia de género muy graves. En sociedades que son relativamente pacificas no tienen ese tipo de violencia social. Mi idea es que tenemos que pensar en cuáles son las estrategias para México, Norte de México, el triángulo norte de Centro América, Guatemala, Honduras y El Salvador. Después Colombia. Hoy Venezuela te diría que también. Y sin duda alguna nuestra zona de la Triple Frontera que cada vez está más violenta.
–Entonces hay que seguir profundizando, investigando y de- sarrollando…
–Yo soy optimista porque si hace 38 años ni un país del mundo reconocía a la violencia contra mujeres como relevante y no aprobaron el artículo que estaba propuesto por el comité redactor de Cedaw... Mucho después sale Belem Do Pará (Convención. Interamericana para. Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer).
–En el 94…
–94, sí…Hoy en día tiene este status tan alto, pero es poco tiempo para un problema tan viejo y tan metido y del cual se beneficia tanta gente. Un sistema nunca se sostiene solo por la violencia, un sistema de dominación, un sistema de poder. Nunca es solo la violencia. Está el discurso, están las ideas, están las normas, están una serie de cosas. Pero sin duda alguna, cuando no hay más argumentos, es la violencia la que dice: “quedate en tu lugar”. Y este es un momento en el que estamos nosotras y es fundamental, tratar de quebrar esto del mantenimiento del patriarcado por la violencia.
–¿Quiénes se benefician de la violencia?
–Hay muchas formas de violencia que son bastante terribles. La violencia física es más masculina, la económica también generalmente. Ahora en la violencia psicológica, creo que somos pares. La evaluación que podemos hacer las mujeres de que el hombre no es un productor, o que no cumple cuestiones de expectativas sexuales y demás es muy terrible. Pero si hay un sistema, cuando no tiene argumentos, se sostiene por la violencia. Eso es clarísimo.
–La pregunta que siempre aparece es: ¿hay más violencia, hay más crueldad o se ve más?
–De verse más, se ve. Te voy a contar un caso en mi familia. Yo era muy grande ya, cuando me llamó una tía que era una prima hermana de mi papá y me dice: “Sabés que yo quiero hablar contigo porque vos entendés. Quiero que sepas que tu abuelo, a quien yo casi no conocí, murió cuando yo tenía 8 ó 9 años, pero era un hombre muy violento, muy irascible, que le maltrató, porque su mamá era hermana de mi abuela, no sabes cómo maltrato a tía Selva, hermana de mi abuela”, y me empezó a contar historias, y ahí empecé a escarbar más. Y encontré que la abuela no pudo salir de la casa durante años y tuvo 12 hijos. En un cuadro que era muy especial, porque en realidad quien mantenía esa casa era el papá de ella. ¿Sí? El papá de ella, porque el abuelo era un señor muy culto, guitarrista, de concierto, descendiente de un prócer, pero que nunca trabajó en su vida, porque despreciaba todos esos trabajos en realidad, al final fue juez de paz. Pero entonces esto nunca me había enterado durante 40 años de mi vida.
–Y en todas las familias hay…
–Y en muchas familias está su violencia oculta. O las cosas que sufrieron. Entonces, evidentemente yo creo que, violencia hubo mucha y mucho y muy tolerada. Que en situaciones de violencia social y demás, la violación sexual a las mujeres fue pan diario. Que cuando hay fenómenos de limpieza racial por ejemplo, evidentemente o se hace embarazo forzado, o inclusive esterilización forzada. Por suerte existe el Estatuto de Roma, pero por ejemplo, sueño con que se reconozca efectivamente como crimen de lesa humanidad a las esterilizaciones forzadas que se hicieron como política de Estado en Perú. Y eso es lo que no reconocen, que fue una política de Estado. Y sin embargo las enfermeras te dicen “nosotros teníamos la obligación de hacer informes de la cantidad de ligaduras que teníamos como meta por semana”. Hice esas entrevistas y sin embargo no se logra ese reconocimiento. Yo creo, sin embargo, que hay algunas formas que están cambiando a partir que el Estado reconoce que este es un problema, que se toma como una cosa importante. Que adquiere un status relevante. Que existen medidas de prevención y protección con estados que no tienen la capacidad para proteger verdaderamente a la gente. Porque finalmente lo que es prevención de algo, puede ser que sea por ejemplo protección de feminicidio, puede ser un episodio previo de violencia, pero como no funcionan bien las medidas de protección o el control de las medidas de alejamiento y demás, entonces estamos en esa búsqueda de encontrar medidas realmente importantes.
–A los instrumentos hay que construirlos.
–Son pobres…. Son muy, muy precarios. Tenemos que hacer mucho más. Y además con fenómenos nuevos, como ser la venganza hacia la mujer, el asesinato de una niña o un hijo, una hija y con el suicidio posterior del marido; hay algunas cosas, yo creo que relativamente nuevas. Estamos en un momento en dónde se adoptan formas nuevas.
Por ejemplo, voy a decirte algo, que no estaba codificado previamente que es la violencia en el espacio político, en el ámbito político. ¿Quiénes sacan a colación esto? Lo sacan justamente vinculando con la paridad política, las mujeres bolivianas. Empiezan a acceder a los cargos, y resulta que por eso ellas logran la primera ley contra la violencia en el ámbito político. No se reitera la violencia política previa, que podía ser que dos grupos políticos se peleaban por el poder del Estado. Se refiere a formas de hostigamiento, de acoso, y de agresión incluso física que sufren las mujeres. Juana Quispe fue asesinada, una concejala municipal fue asesinada por un compañero.