Un informe sobre despidos muestra que las Pymes, aún siendo las más afectadas por la caída del consumo, los tarifazos y la apertura de las importaciones, están haciendo de colchón social. Se trata del sector empresario que más resiste antes de despedir y, en los últimos meses, fue el sector que lideró una recuperación –se estima que estacional, pero recuperación al fin– de parte de los puestos de trabajo perdidos.
Así lo señala un análisis del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) que desglosó las cesantías e incorporaciones según el tamaño de las empresas. El informe va desde diciembre de 2015, mes de asunción del presidente Mauricio Macri, a marzo de este año. Se basa en estadísticas oficiales publicadas por el Sistema Integrado y Previsional Argentino (SIPA) –que depende del Ministerio de Trabajo– y de la AFIP.
En el período bajo análisis, las empresas de menos de cien empleados son las únicas que han aumentado levemente su plantilla de trabajadores, a una tasa del 0,24 por ciento mensual acumulativa entre diciembre de 2015 y marzo de 2017. De diciembre de 2015 a septiembre de 2016 habían perdido 31 mil puestos; después comenzaron a revertir esta tendencia; por esa recuperación, al mes de marzo tenían un saldo positivo de 7941 trabajadores adicionales respecto de diciembre 2015, detalla el informe.
En cambio, en el mismo lapso, las empresas de entre 100 y 2500 trabajadores pasaron a tener 16.812 empleados menos. Mucho peor es el resultado de las empresas con más de 2500 trabajadores, que concentraron el grueso de los despidos, ya que redujeron sus planteles en 44.059 puestos. Es decir que despidieron más y la posterior recuperación del empleo fue nítidamente menor.
¿Cómo se explica esta tendencia? Eduardo Fernández, titular de Apyme, no tiene la impresión de que las pequeñas y medianas empresas hayan realmente crecido en puestos de trabajo. “Vemos un panorama de muchas dificultades, con Pymes que entre fin de año y el verano tuvieron que anticipar vacaciones y suspender. Es probable que, terminados esos plazos, aparezca en los registros un aumento de las horas trabajadas”, dice ante la consulta de PáginaI12.
En cambio, Fernández no tiene dudas de que las Pymes retienen a más trabajadores. “Para una pequeña empresa son parte de su capital: se formaron junto con ella, esto les fue dando a sus funciones características muy específicas”, explica. “Un empleado de ventas nuestro, por ejemplo, conoce a los clientes más que nosotros. Las Pymes tratan de retenerlos por esto. Además, cuando hay despidos –no olvidemos que estamos hablando de empresas de 3, 10 o hasta 30 empleados–, seguramente son el paso previo al cierre.”
Otra cuestión –“parece cruel decirlo en este momento pero es parte de las razones reales”, señala Fernández– es que las Pymes tienen trabajadores de mucha antigüedad. “Despedir les resulta gravoso, porque para indemnizar tendrían que vender parte del capital. A diferencia de las grandes empresas, no constituimos fondos de previsión para despidos y contingencias, porque no lo podemos cargar a los costos si queremos ser competitivos. En cambio, las grandes empresas, que son formadoras de precios, sí lo hacen: pueden desvincular 100 o 200 y esto no les ocasiona el cierre”.
El CEPA describe dos momentos diferenciados en el proceso de retracción laboral.
- En los primeros meses de la gestión macrista hubo una sostenida expulsión de trabajadores, con la pérdida de 131 mil puestos en 7 meses, de noviembre de 2015 a julio de 2016.
- Luego le siguió “una leve recuperación de puestos de trabajo, pero impulsada principalmente por demanda de empleo estacional”. Los analistas no perciben por esto que haya una demanda adicional de empleo por encima de lo “habitual” en cada momento del año.
El titular del CEPA, Hernán Letcher, explicó que el empleo estacional “es el vinculado con el momento del año que se está computando. Por ejemplo, en enero, Mar del Plata tiene un empleo estacional vinculado al turismo, que no es el mismo de abril. Si se hiciera la serie directa, se verían fluctuaciones; para evitarlas, la serie de desestacionaliza”. “En el segundo semestre de 2016 la curva estacionalizada muestra una recuperación de empleo, que sin embargo no logra retornar a los niveles de 2015. A marzo de 2017 aún se contabilizan más de 23 mil puestos menos que los datos registrados a fines de 2015 (en la serie ‘original’ estacionalizada), y más de 51 mil puestos menos si se considera la serie desestacionalizada”.
El doble movimiento –grandes firmas liderando los despidos mientras que las Pymes retienen trabajadores– ha cambiado la composición interna del mercado. Si a septiembre de 2016 los despidos en las empresas de más de 2500 trabajadores representaban el 52 por ciento del total de cesantías, en marzo de 2017 ya ascendieron al 83 por ciento de las mismas. Visto desde otro lugar: las Pymes aumentaron su participación en la contratación de trabajadores, que subió del 51,21 al 51,75 por ciento.
“Las empresas de menos de 100 trabajadores han aumentado algo más de 0,5 puntos porcentuales su participación sobre el total de 6.529.891 ocupados formales, pero ha sido un fenómeno explicado por el sostenimiento de los puestos de trabajo en el marco de la expulsión de trabajadores en otros segmentos de empresas”, indica el CEPA.
Este contraste coexiste con otra tendencia amarga: la concentración empresaria por el cierre de empresas de menor tamaño. Hasta septiembre de 2016 hubo 1992 bajas, y para marzo de 2017 habían pasado 3087 cierres.
“Esto es llamativo ya que son el mismo sector de empresas las que encabezaron las contrataciones en el período septiembre de 2016 a marzo de 2017”, dice el informe. Fernández, de Apyme, responde: “El dueño de una Pyme aguanta todo lo que puede y apela a salvar su empresa. Es posible que, como parte del intento de recuperar ventas o instalar rápidamente nuevos productos para poder sobrevivir, haya algunos que están utilizando más mano de obra; pero no ha sido algo general”.
Los rubros en los que cerraron más empresas son agricultura y ganadería (1492), industria (1387), construcción (1076) y transporte y almacenamiento (1830). Compensó en parte esta reducción el incremento en servicios de alojamiento y comida (1950). Este proceso se refleja a su vez en el aumento de la capacidad instalada ociosa, que según la medición del Indec superó hacia el mes de abril el 35 por ciento, con niveles históricos de paralización productiva.