El editorial de Víctor Hugo Morales en La Mañana de AM750. 

Uno no puede dejar de pensar en la tristeza del mundo. Son millones y millones los que la padecen y la pasan muy mal en medio de la pandemia del coronavirus.

Ayer conocimos la historia de Cole Van Kerkhove, un niño de 10 años que le preguntó a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud cuándo se iba a terminar la pandemia: la mujer de la OMS que estaba a su lado no pudo evitar llorar ante la pregunta.

Uno mira cómo está el mundo y lo que sucede es muy doloroso: vemos que ciudades de Australia como Sydney y Melbourne están confinadas y que en estos momentos no tienen un alma en la calle porque no hay más remedio.

Vemos lo que hace el diario Washington Post, diciéndole a sus empleados que no van a poder entrar a trabajar si no se vacunan, y podemos pensar que esto viene complicado. Son llamativas las medidas que se tienen que tomar porque algunos están renuentes a vacunarse.

La gente de Google, que tiene como 130 mil trabajadores que quieren volver a la oficina, les dijo a sus empleados que solo van a poder volver si se vacunan. En Francia se ha hecho una campaña de vacunación formidable. Es verdad que tiene mucha contra, como 200 mil personas. Pero qué importa si de lo que estamos hablando de salvar a millones. Y Francia lo está consiguiendo. Cuatro millones de personas ya se vacunaron por la amenaza del presidente Macron de no iban a poder entrar a ningún lado.

Tenemos que tomar decisiones en nombre del interés mayoritario, del interés de la gente que todavía trata de estar bien de la cabeza. No de los enfermos, no de los que salen al Obelisco, a la avenida de Brandenburgo, a la Piazza España de Roma o a la Torre Eiffel. Esos son tarados. No hay manera de considerarlos seriamente. No tienen que importarnos más que los millones que están en su casa haciendo las cosas como corresponden.

Desde la ultraderecha son enemigos de las cosas que puedan salvar a la gente. Quieren una anarquía que destruya la democracia, porque la democracia a esos sectores no les sirve absolutamente para nada.

Acá tenemos a los médicos de Córdoba pidiendo desesperadamente un protocolo contra que los médicos antivacunas para que ellos no dañen lo que la mayoría de los médicos está queriendo hacer.

Argentina tiene en la región una posibilidad muy alta de poder contener la variante Delta. Los únicos casos de Delta que hay en Argentina actualmente tiene que ver con los viajeros.

Sin embargo tuvimos las campañas de la mafia mediática que hacían fuerza para que los varados vuelvan de cualquier manera. Lo hacían porque lo que quieren es el aumento del contagio.

A ellos les duele cuando hay menos de 15 mil contagios en el país. Ellos quieren 50 mil contagios diarios. No quieren 104 mil muerte. Quieren 250 mil muertes en la Argentina de aquí a las elecciones, porque a lo mejor eso les permite recuperar el poder a la derecha.

Son lo peor: son amigos del diablo. Juegan barajas con el diablo. Por eso ayer no estaban para nada felices con el arreglo con Pfizer. Finalmente, lo que decían que querían no lo querían. Nunca han querido que llegaran las vacunas.

Cuando finalmente se hace el acuerdo de Pfizer, empezaron a pasar factura diciendo que se pudo haber hecho mucho antes el acuerdo, sabiendo perfectamente que no es así. Mienten de tal manera que esta vez el nado sincronizado ayer les salió muy mal. Ya no saben lo que dicen en la locura que tienen por desbaratar lo bueno que se pueda hacer.

Y ahí está el niño que pregunta cuándo se termina todo esto y la dama de la Organización Mundial de la Salud, que llora porque no tiene una respuesta. Y nosotros que sabemos que la única posibilidad que hay de dar una respuesta es hacer las cosas que nos indican aquellos que saben del tema. 

Somos nosotros los que tenemos que defender con carácter y con criterio todo aquello que se hace finalmente para que la pregunta de ese niño tenga una respuesta.