El placer del éxito volvió a darse una vuelta por La Boca. Ese barrio identificado más con las carencias que con el glamour, comenzó una fiesta que pretende ser interminable. Si bien se inició el martes último, cuando el título número 66 ya estaba asegurado, los festejos se dieron ayer en ese templo futbolístico que es La Bombonera. Y de paso, continuaban en las primeras horas de hoy, recordando una fecha (26 de junio) que también se festeja como un campeonato por las desgracias ajenas. El club recuperó el cetro de campeón que tuvo Lanús el último año, y la mira le apunta ahora a prevalecer en el plano internacional, algo que siempre se encuentra entre las obsesiones primordiales.
La tarde comenzó temprano para Boca. Los jugadores con sus familiares salieron a dar la vuelta olímpica, un poco menos de una hora antes de enfrentar a Unión. Los campeones recorrieron el campo de juego con sus esposas, novias, hijos, padres y hermanos, mientras el público deliraba desde las tribunas, en un estadio que estuvo colmado. Los aplausos y el reconocimiento se centraron en los protagonistas que finalizaron una gran campaña, sumando 63 puntos, y ganando cuatro de los cinco clásicos.
En esos instantes no hubo entrega de la Copa y de las medallas, debido a que todo eso estaba reservado para luego el partido ante los santafesinos. Pero antes del fútbol, los jugadores se ubicaron en forma de círculo en el centro de la cancha, y el capitán Fernando Gago recibió una estrella cedida por un dron, que llevaba el número 66. El volante central la dejó sobre el escudo de la institución, que ya cuenta con muchas otras.
Con la victoria asegurada, los futbolistas se fueron al vestuario para que se prepare todo el escenario, y la organización fue bien europea: las luces bajas y 66 chicos de las divisiones inferiores distribuidos por el campo, cada uno con una estrella que se fueron encendiendo para ponerle más color.
Los jugadores fueron apareciendo de a uno para llegar al podio, y junto a todo el cuerpo técnico llenaron la tarima para recibir el trofeo. Al mismo tiempo, los papeles salían expedidos por tubos de manera automática, y el juego de luces azules y amarillas envolvían todo el contorno.
Los colombianos Fabra y Barrios se mostraban envueltos en la bandera de Colombia, y también apareció el recuerdo para uno de los grandes ausentes que se consagró: Carlos Tevez. El ídolo, que se fue a China a principio de año, fue una parte fundamental de este nuevo logro.
La masa de jugadores inició otra vuelta más, ahora sí con la Copa, para compartirla con su gente. Cuando pasaron por el arco de Casa Amarilla, muchos eligieron subirse al travesaño para delirar junto a la cabecera donde se encuentra la hinchada. Ninguno quería retirarse, y lentamente fueron encarando hacia el vestuario, luego de completar el giro.
Los festejos continuaron afuera. Los jugadores se fueron del estadio en un micro descapotable para recorrer distintas calles de la ciudad, donde no faltó pasar por el emblemático Obelisco, punto central de todos los festejos.
El itinerario continuó más tarde en el living de Susana Giménez, que anoche volvió a la pantalla de Telefé. Y después de ahí, la gran velada en el Hotel Hilton de Puerto Madero, con cena, baile y show.
La madrugada ya había comenzado, y de la misma forma el recuerdo para el máximo rival por una fecha que también quedó en la historia. Boca disfruta el éxtasis por esta felicidad, y en los próximos días ya pensará en alcanzar más objetivos para continuar con nuevos agasajos.