En su columna en La Mañana, Fernando Borroni aseguró que en las elecciones 2021 se define el futuro de un país con un Estado presente o determinado por el libre mercado.
Estamos en un momento de campaña electoral donde las discusiones pueden ser muchas y donde precisamente la oposición se encarga de que discutamos cualquier cosa menos política.
Hoy en día la discusión está planteada entre si vamos a acompañar un proceso en donde el Estado cada vez sea más fuerte y esté cada vez más presente o vamos a acompañar una idea en donde el mercado lo determine absolutamente todo.
Esto también se esconde detrás de cada boleta. Qué difícil es que la sociedad toda comprenda que el Estado es lo único que nos incluye a todos. Más allá de lo que cada uno sea o quiera en la vida.
¿Alguien de verdad cree que va a encontrar su felicidad, que va a haber cumplido sus deseos, creyendo en la libertad del mercado y en sus mandamientos?
No hay país, ni nación, ni sociedad justa sin un estado fuerte que conduzca y que ordene a la sociedad a partir de garantizar su pluralidad y el libre ejercicio de los derechos de todos.
Hagamos el ejercicio de preguntarnos qué nos pasó en nuestra historia cuando el Estado estuvo ausente. No hay que ir muy lejos. Hay que preguntarse también qué quiere de nosotros el mercado y cuál es el precio a pagar.
Si aceptamos al Estado como el espacio donde todos y todas estamos representados, vamos a entender muchas diferencias. La diferencia entre la educación bajo el mandato del Estado o fuera de él, de la salud bajo mandato, del Estado fuera de él.
En esta disputa, a partir de esta disputa se va construyendo una sociedad y así el futuro de muchos. ¿Se podrá discutir esto en campaña?
¿Qué hubiese sucedido si esta pandemia llegaba con un gobierno que desentendía del Estado como fue el gobierno de Mauricio Macri? Estaríamos en el sálvese quien pueda. Lo vemos hoy en lo que expresan sus dirigentes.
El Poder Legislativo que vamos a votar ahora, el Poder Ejecutivo que votamos hace un año y medio tiene una porción de nuestra mirada y de nuestro interés porque tienen el voto de muchos y de muchas. Al mercado no lo elige nadie. Y el mercado sólo nos reconoce si le consumimos.
¿Puede nuestra democracia permitirse ser gobernada por alguien que no ha sido elegido por el pueblo? A veces pasa. Ahí están los jueces. Pero qué ocurriría si esta Argentina se encamina a creer que cuanto menos participe el Estado, más libertad se tiene.
Es todo lo contrario. Vamos a el ejemplo de la vacuna contra el covid, para el mercado es un negocio, para el Estado es la posibilidad para recuperar una sociedad que necesita empezar a producir, generar trabajo y oportunidades. Este ejemplo lo podríamos llevar a todas las instancias.
Someter a una sociedad al mercado es someterla al abismo. Lo hemos vivido. Qué bueno sería entonces que la política discuta qué cree del Estado.
Cuando uno recuerda que hace 48 horas María Eugenia Vidal dijo que volvería a hacer lo mismo que hizo siendo gobernadora de la provincia de Buenos Aires, uno dice ¿de verdad que se va a volver a votar a una mujer que le entrega nuestra vida a los vaivenes del mercado y a los intereses de las corporaciones y los poderes concentrados? O la Argentina va a apostar por un Estado que nos incluye a todos y a todas, con errores y con aciertos.
Casi que esta elección también es una disputa entre lo colectivo y lo individual. ¿Vamos a votar un proyecto de país colectivo o vamos a seguir mirando nuestro ombligo, cercando nuestra parcela y creyendo que la vida empieza y acaba en el interés de cada uno?.
Ojalá podamos discutir política también es una manera.