En su columna, Fernando Borroni criticó la perversa campaña electoral de María Eugenia Vidal quien usó a la tragedia de Once para un spot que publicó en sus redes sociales.
El spot publicitario y propagandístico de María Eugenia Vidal, en donde recibe del titular del SAME, el doctor Crescenti, el chaleco que éste usó en la tragedia de Once, es de una perversidad y de una perfidia insoportable e intolerable.
Si algunos quieren ver imágenes que muestren algunos rostros de lo que es la violencia, puede mirar este spot. Es violento cuando el titular del SAME le entrega "como premio" a Vidal el chaleco que este médico utilizó en medio del horror, del espanto, de la tragedia de Once. Es intolerable.
Para el colmo, cuando la candidata lo recibe, dice "me voy a poner a llorar, es la de once" como si estuviese recibiendo la camiseta de Messi con la que ganó la Copa América.
¿A qué juegan? ¿Hasta dónde son capaces de llegar por un voto? ¿Cuál es el mensaje que quieren transmitir? La derecha siempre manoseó la tragedia ajena. Siempre hizo del dolor del otro su base discursiva y emocional de sus campañas y su accionar político. El otro y su dolor, el otro y su tragedia son su mejor spot, son su mejor consigna política.
Pero hagamos el esfuerzo de pensar bien. Supongamos que el spot está hecho desde la genuina tristeza por la tragedia y el reconocimiento para quienes trabajaron en los rescates de lo que significó la tragedia de Once. Sería bueno entonces, si esto es así, que Vidal reciba además del chaleco de Crescenti, reciba los guardapolvos de Sandra y Rubén. Ellos no están en el Spot.
Si pensamos bien, también podría recibir los cascos de los bomberos de Iron Mountain. Quizás pueda recibir el pañuelo de Santiago Maldonado o la gorra de Rafael Nahuel. Pero no porque Vidal y el gobierno que representó negó la muerte de cada uno de los que estoy nombrando.
Negó la muerte de Sandra, de Rubén, de Rafael Nahuel, de Santiago Maldonado, de los Bomberos de Iron Mountain. Manipularon y la manosearon la muerte y en negaron la muerte porque previamente habían negado su vida. Porque otro recurso de la derecha es negar la vida de los que luego, por mezquindad política, simula y llorar.
Niegan la vida de los docentes en su trabajo cotidiano, en su salario. Niegan la vida de los trabajadores como sujeto de derechos. Niegan esa vida que queremos como una vida con oportunidades. Pero claro, cuando aparece una situación como la de Once, parece que sí se puede jugar.
Una de las tantas cosas que vamos a elegir en campaña es si vamos a apostar a la política de la vida o a la política de la muerte. Ya no sorprende Vidal. Ahora bien, esa imagen mírenla una y otra vez para ver que la perversidad no tiene límites. Para ver que no les importa nada. Y para ver que una mujer hace un acting sobre un chaleco que estuvo cerca del dolor, de la tragedia y del horror. Quizás estas palabras tenga mucho que ver con lo que significa políticamente María Eugenia Vidal.