Este lunes murió a los 76 años el exsecretario privado de Carlos Saúl Menem, Miguel Ángel Vicco, recordado especialmente por su participación en la compra de casi 50 toneladas de leche no apta para el consumo humano en 1991.
Enfermo de Parkinson, sufrió una complicación durante el fin de semana a raíz de una intervención por una obstrucción intestinal. Fue internado y operado de urgencia el sábado y permaneció en estado muy delicado hasta su deceso este lunes.
El ex funcionario llevaba casi treinta años de perfil bajo tras el escándalo de la leche. Reapareció en febrero, cuando dio una entrevista lamentando la muerte del exmandatario Menem, halgando su gestión y remarcando la “amistad y una confianza de muchos años” que lo habían llevado a ser su secretario privado.
Vicco era una de las personas más cercanas al expresidente, y su nombre rebotó en todos los medios a partir de la causa conocida como “Mala Leche”, una de las primeras imputaciones por corrupción que debió afrontar el gobierno menemista, que salió a la luz a través de una investigación del diario Página/12.
En aquel entonces, el Ministerio de Salud y Acción Social había adquirido 47 toneladas de leche en polvo en mal estado que, debido a su alto contenido de la bacteria Escherichia Coli, no eran aptas para el consumo humano. La compra estaba destinada al Programa Materno-Infantil y llegó a ser distribuida en el Gran Buenos Aires, aunque las autoridades sanitarias alcanzaron a incautarlas a tiempo.
La licitación se dio con la empresa Summum, la única oferente, aunque se trataba de un producto de uso común. Luego se descubrió que uno de los propietarios de la firma era el entonces asesor presidencial Carlos Spadone.
Este caso generó un escándalo social que terminó con la renuncia de Vicco y Spadone, anticipada por los fiscales a cargo de la investigación, Luis Comparatore y Patricio Evers y determinada por el exjuez federal Ricardo Weschler.
Sin embargo y a pesar del pedido expreso de la Fiscalía de una condena a prisión para ambos, recién en septiembre de 2002, diez años después, la Justicia dio por cerrada la causa eximiendo de culpa y cargo a los imputados por “no hallar delito”. La Cámara Federal finalmente apeló y condenó a Carlos Spadone a 2 años y medio de prisión.