En su editorial de La García, Cynthia García reflexionó sobre el concepto del sentido común y sostuvo que es "el peor de todos los sentidos".
Si tuviéramos que dar una definición de sentido común podríamos decir que el sentido común se denomina el conjunto de conocimientos, creencias y explicaciones fundamentados en la experiencia personal o la sabiduría popular, que son compartidos por una comunidad y que son tenidos como prudentes, sensatos, lógicos y válidos.
Por ejemplo, si uno conoce a una persona a la que se le muere, el sentido común dice que se le debe dar dar el pésame.
Yo me atrevería a afirmar que el sentido común es el peor de los sentidos. Sobre todo cuando la cristalización de ese sentido es hegemónica porque puede estigmatizar.
Por ejemplo, cuando el sentido común en el discurso pone en una misma oración "Nicaragua, Venezuela, Formosa, Santa Cruz", como dijo este martes Facundo Manes en La García, se construye una estigmatización y un estereotipo sobre el kirchnerismo y se consolida como hecho del sentido común y los procesos sociales.
El sentido común es una forma no reflexiva de utilizar el lenguaje donde esas palabras no son examinadas.
Eso habita los medios de comunicación a publicar tapas con títulos como: "Piqueteros cortan el puente Pueyrredón. La gente, indignada". ¡Qué carga mediática tienen los sentidos!
Ahí no hay un análisis que contemple que "la gente indignada" pueden ser perfectamente los piqueteros. Seguramente a los piqueteros les sobran razones para estar indignados: la falta de trabajo, la informalidad laboral y el hambre.
Pero no. Para la construcción del sentido común hegemónico, los indignados son los conductores que no podían transitar libremente.
Esas cristalizaciones constantes hacen muchísimo daño.
Somos sociedades de la palabra, estamos barrados por ellas.
Cuando quedamos constituidos así tenemos un problema como sociedad. Entonces no tengamos miedo de ir en contra del sentido común.
Ir en contra del sentido común será, a mi modo de entender, una buena decisión.