En su columna Fernando Borroni repudió las declaraciones del Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, respecto a la propuesta de quitar la indemnizaciones por despido.
Es increíble escuchar a Horacio Rodríguez Larreta proponer terminar con las indemnizaciones, no porque no sepamos de antemano lo que piensa y lo que es capaz de hacer él y el espacio que representa. Lo sorprendente es que lo diga abiertamente.
Esto no es por una cuestión de sinceridad, sino por una cuestión de impunidad. Básicamente lo que dijo ayer el jefe de Gobierno es "vótenme que yo les voy a quitar derechos".
No hay mucho más para analizar. Larreta se para frente al electorado de Juntos y les dice que si ganan va a impulsar un proyecto en contra de los derechos de los trabajadores.
Esa impunidad en el decir desnuda su soberbia y la convicción que tienen en que pueden ganar de cualquier manera. Eso es preocupante como sociedad.
Vale la pena preguntarse a quién representa Larreta. ¿Qué están votando aquellos que los votan? ¿De verdad que un trabajador o trabajadora puede permitirse votar a quienes de antemano le están avisando que le van a hacer la vida más angustiante e insegura?
Hay que decirlo con claridad: un trabajador o una trabajadora que deposite en la urna un voto a favor de Vidal, y por lo tanto a favor de Larreta, está apostando a su suicidio laboral.
Todos y todas sabemos que el trabajo es el ordenador social por excelencia. El trabajo y todos los derechos que lo rodean y que lo constituyen son los que hacen una sociedad más equilibrada. El trabajo es dignidad y cuando se meten con el trabajo están manoseando tu dignidad. Acá tampoco hay mucho análisis para hacer.
¿Desde dónde miran el país los Vidal, los Larreta, los Santilli? Si la sociedad es una pirámide, ¿alguno tiene duda que ellos piensan al país y a la sociedad desde el pico más alto?
Qué fáciles que son estas selecciones. Ojalá algún día entendamos como sociedad que el sujeto político más importante de la historia por excelencia es aquel que cuando toma la pluma, la palabra y la pala, construye el futuro de los pueblos.
Cuidar el trabajo es cuidar a la patria, esa patria que siempre es el otro. Para cuidar el trabajo hay que cuidar los derechos que lo abrazan y hay que evitar de todas las formas que lo que antes llamábamos la vieja oligarquía hoy se disfrace de modernidad y nos quiera hacer menos dignos.