En su editorial, Cynthia García analizó la implicancia que tuvo el distanciamiento social por el coronavirus en el resultado de las elecciones primerias.
La pandemia generó una cantidad de situaciones que contextualizan este momento. Ayer Luis Bruschtein en su columna deslizó la idea de lo difícil que fue para el gobierno sostener esa cercanía.
La cercanía es un rasgo identitario del campo nacional y popular. ¿Qué pasa cuando hay ausencia de cercanía? Durante la pandemia del coronavirus se necesitó un distanciamiento físico al que definimos como distanciamiento social. Me parece que hay que pensar un poquito sobre la potencia de las palabras.
El distanciamiento social es el sueño de la derecha. Es lo individual, es la vara neoliberales de que los éxitos y fracasos son producto de lo individual y no de lo que pasa en el colectivo.
La pandemia nos instaló en ese planteo del distanciamiento social y eso generó una cantidad de situaciones distintas. Al hacerse cargo de un distanciamiento social el propio gobierno quedó distanciado.
Los gobiernos populares en todo caso deben asumir un distanciamiento físico, pero jamás un distanciamiento social. Por eso es tan atípico este contexto de pandemia. Cuanto más distanciamiento físico se necesita, más comunidad y más conexión social necesitamos.
En este punto, la inercia de las palabras arrastró a todos precisamente al ejercicio literal del distanciamiento en todas sus formas. Y en eso el gobierno también se distanció, aún en el respeto de aquellos que bien sabemos que trabajan tanto. Por eso no se puede pensar estas elecciones sin analizar las consecuencias de la pandemia.
En relación a la cercanía recordemos que, durante el último gobierno kirchnerista, Cristina Kirchner abrió la Casa Rosada. Los patios fueron habitados como nunca. Vivimos mil momentos de ella y las multitudes, ella y los abrazos. Eso es proximidad. Recordemos a Néstor Kirchner caminando entre la gente el mismo día que asumió a la presidencia. Él siempre se relacionó así.
Cuando Alberto Fernández dijo en una oportunidad que el coronavirus iba a ser el problema más importante que iba a tener que enfrentar no se equivocaba. Acá esta una punta para pensar estas elecciones.
Es difícil ser un Gobierno popular y tener que desterritorializarte o ausentarte y no poder activar la cercanía alrededor de todo eso. Su discurso obligatoriamente tenía que ser el del distanciamiento.
Cuando asumió el Frente de Todos, Cristina le dijo a Alberto que no se preocupara por las tapas de los diarios sino por ganarse el corazón de los argentinos.
La vicepresidenta le estaba hablando de esa cercanía, de recorrer los barrios, de arrojarse a la multitud y caminar entre la gente, algo tan necesario para cualquier gobierno de representación popular.
Lamentablemente aún no se pudo porque la consigna de la pandemia fue la distancia.