En su editorial, Cynthia García habló del acto que se realizó ayer en José C. Paz, donde el presidente Alberto Fernández inauguró la Facultad de Ciencias Medicas en la UNPAZ, en el que participaron miles de militantes, algo que no sucedía desde el comienzo de la pandemia.
Ayer en José C. Paz fuimos testigos del retorno de la militancia a los actos de gobierno luego de mucho tiempo de pensarnos distanciados.
Tras el acto, un intelectual popular del peronismo me mostró una imagen que le había llegado a través de un chat de WhatsApp: la foto es una mujer feliz en José C. Paz. La mujer sonreía rodeada de muchos compañeros. El comentario sellaba todo lo que condensaba esa imagen que veo en el dispositivo. El texto decía "la felicidad de esta mujer es lo mejor que vi de política hoy".
Cuando vi la foto asentí y entendí el mensaje del urgente camino a recuperar la cercanía. Parece posible en este contexto epidemiológico y con estos niveles de vacunación. Pronunciar esta frase se vuelve un portal de entrada al regreso de los pisos llenos de peso específico sobre el territorio.
"El pueblo necesita expresarse y ganar la tranquilidad, sabiendo que puede salir hacer este tipo de manifestaciones sin que corra riesgo su vida. Para el peronismo el pueblo en la calle es una herramienta vital y nosotros necesitamos más que nunca el contacto con la gente", dijo Daniel Gollan hace unos días.
Esto me llevó a pensar en el ensayo Masa y poder, publicado en 1960 por Elías Canetti que dice que mientras los humanos tenemos un miedo habitual a ser tocado por extraños, la masa es la única situación en que ese miedo se convierte en su opuesto. Sólo inmerso en la masa puede la persona redimirse de este temor al contacto.
Así, una vez que uno se ha abandonado a la masa, no teme su contacto. Quienquiera que sea el que se oprime contra uno, se le encuentra idéntico a uno mismo. De pronto, todo acontece como dentro de un cuerpo. Esta inversión del temor a ser tocado forma parte de la masa del encuentro de la multitud. Hay alivio en la reunión.
Esto es lo que se reflejaba ayer en los rostros del acto en José C. Paz.
Hay alivio en ese encontrarse. Hay alivio en la reunión. Es bien lindo poner la voz al lado de otras voces y que la voz propia se transforme en algo distinto.
Uno, una o une abre la boca y suena la multitud.
Pasamos de la voz al rugido y al clamor. Cuando somos rugido, entre otras cosas, se va el miedo.
La mujer que ríe en esa masa hecha pueblo y se revela como el dato político de un día más que el regreso a la normalidad, nos dice que lo que ocurre allí es el reinicio de la alegría.
El rostro de esa mujer en el dispositivo, rodeada de esa cercanía envolvente, compañera, sintetiza la frase que hemos dicho tantas veces en las distintas marchas: "No nos conocemos, pero nos reconocemos".