Hoy en el mundo se alzó la voz por la Tierra, por su agua, su aire, por su verde, y por todo lo que camina y respira sobre ella, por la vida. Eso nos incluye. Hace rato largo que se sabe. Hace mucho más, se lo silencia.
Estamos depredando nuestra propia casa, y duele cada vez más. Hoy pudiste escuchar las voces de los y las jóvenes de nuestra patria. Ellas y ellos, en sintonía con millones en el mundo, inspirados y despiertos gracias a voceras y voceros de esta causa, entre ellas Greta Thunberg, se hicieron ver. No estaría tan segura de que se los escuche.
Pero lo cierto es que no estamos hablando de cosas de chicos, aunque hoy pareció que se le quiso dar ese tono "juventud por el medio ambiente", muy romántico, muy propio de aquellos años habrán pensando adultos consumidos por el sistema.
¡Nada de eso! No es así. No es pecado de juventud, más bien es horror de los adultos. Lo que ellas y ellos nos están diciendo es que esto, así, no da para más. Y estas movilizaciones globales, de chiquillada, nada de nada. Todo lo contrario. Pero elles más que nadie tienen derecho a reclamarnos. Es la herencia, la pesada herencia que les estamos dejando, seas Pro, peroncho, zurdo o la juegues de apolítique. Es nuestra responsabilidad.
En el mundo entero se marchó hoy contra el Cambio climático. En cada ciudad capital, en muchísimos países del primer y del tercer mundo, ese que vos y yo habitamos. Y la pregunta del día después será ¿Alguien habrá escuchado el tono de la urgencia? ¿Estaremos a la altura como humanidad?
Por ahora, poco y nada. En muchos territorios, países, gobiernos, sociedades, por conveniencia o cobardía, se mira para otro lado, se sigue de largo, se sigue sin querer asumir la magnitud de lo que estamos hablando, la papa caliente vuela por el aire y que le toque al que sigue.Y lo único que sigue es la profundización del daño.
He escuchado decir en estos días -respecto de otras cuestiones que nos agobian en este presente, pero que bien aplica a la lucha por el medio ambiente- que las urgencias no impidan ver las estructuras, que las necesidades del aquí y ahora no dejen afuera a las necesidades profundas y de base. Una es consecuencia de la otra y lo seguirá siendo en tanto no cambiemos el nombre del juego.
Porque de esto estamos hablando, de mudar de paradigma de producción, consumo y relación con la tierra. Y de pendejada, evidentemente, este tema no tiene nada de nada. Pendejos somos los grandes que no entendemos la urgencia del momento.
Estamos pidiendo leyes, por ejemplo la Ley de Acceso a la Tierra y Ley de Humedales, entre otras. Ahí empieza la transformación del paradigma. Nuevas leyes, paridas en la decisión colectiva de volver a la tierra.
Estamos a tiempo de salvar la tierra, el paisaje, la querencia, y a nosotros mismos. Hablar de cuidar a "la Tierra", es también, en definitiva, hablar de nuestras propias vidas, esos paisajes en los que crecimos y donde a gatas, hoy juegan nuestros hijos. Sería bueno no perderlos. Y no olvidemos que la salida, es colectiva, siempre.