La importación de libros demandó entre enero y mayo 47,6 millones de dólares, un 44,3 por ciento más que en el mismo período de 2016, según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) elaborado en base a datos del Indec. El dato preocupa entre las pequeñas y medianas editoriales y en la industria gráfica porque la comparación es con un período en el que la flexibilización ya había provocado una fuerte suba de las importaciones. Con respecto a los primeros cinco meses de 2015, el incremento llega al 120 por ciento. Si se mide en cantidades la suba es todavía mayor. En cinco meses se importaron libros por el equivalente a 7,1 millones de kilos frente a 4,2 millones de igual lapso de 2016, un 66,9 por ciento más, mientras que contra enero-mayo de 2015 trepa un 152 por ciento. El incremento adquiere especial gravedad en un contexto de reducción del mercado interno. 

El aumento de las importaciones se produjo luego de que el gobierno de Mauricio Macri decidiera eliminar las restricciones/exigencias para la importación de libros y material gráfico que se habían implementado a partir de la entrada en vigencia de la resolución 453/2010. Esa norma establecía en su artículo 1 que “los fabricantes nacionales, importadores, distribuidores y comercializadores de tintas, lacas y barnices empleados en la industria gráfica, deberán hacer certificar para los productos mencionados (en la Resolución), la condición de poseer un contenido de plomo inferior a 0,06 gramos por cien gramos (0,06 por ciento) de masa no volátil”. 

Como consecuencia de esa mayor exigencia regulatoria, la compra de libros impresos en el extranjero se había reducido entre 2011 y 2015 de 117,3 a 40,3 millones. La contracara fue la recuperación de la industria nacional de libros. En 2010 se editaron 60,1 millones y en 2014 se alcanzó una producción de 128,9 millones. La cifra se redujo a 83,5 millones en 2015 y con la flexibilización de las importaciones que introdujo el gobierno de Mauricio Macri en 2016 la cantidad editada volvió a caer a 62,6 millones, un 25 por ciento menos que en 2015 y un 36,6 por ciento por debajo del promedio del período 2010-2015, según datos de la Cámara Argentina del Libro. Por el lado de las novedades, en 2016 la caída fue de 5,1 por ciento hasta los 27.700 títulos. Además, en 2016 la cantidad de empresas editoriales que actúan en el mercado nacional se redujo de 341 a 208, un 18 por ciento. Al mismo tiempo, en 2016 las importaciones crecieron un 94,8 por ciento.

El informe de CEPA afirma que las medidas del gobierno beneficiaron a las grandes editoriales del sector, decisión que, según destacan “resulta coherente con la conformación del gabinete del gobierno de Macri, donde no hay representantes de la industria de la producción de libros, aunque sí los hay de las editoriales, como Pablo Avelluto (ministro de Cultura), que proviene de Planeta y Random House, las cuales junto con Penguin tienen el 50 por ciento del mercado en Argentina”. El informe advierte además que jefe de gabinete del Ministerio de Producción, Ignacio Pérez Riba, es el hijo de Diego Pérez Santisteban el titular de la Cámara de Importadores de la Argentina.