El Gobierno aceleró las inversiones en infraestructura pero siguen sin superarse los niveles alcanzados en 2015. “El gasto público ya se puso en modo electoral, acelerando las partidas del gasto en capital luego de una caída en 2016 que en términos reales lo hizo retroceder cinco años. La nueva dinámica pre electoral viene siendo destacada por el propio gobierno, que ha puesto buena parte de su mensaje de campaña en la obra pública”, precisó un informe del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala. Detalló que los gastos desembolsados entre enero y mayo de este año para construcciones de escuelas, hospitales y otras obras con elevado flujo de fondos cayeron en términos reales 43 por ciento respecto del nivel alcanzando en el mismo período de 2015. A su vez, los gastos en obras y refacciones que requieren mantenimiento disminuyeron 25 por ciento, en tanto que las obras que no requieren gastos futuros fueron las que menos bajaron, al retroceder un 3 por ciento.
El documento plantea que las erogaciones en obra pública del Gobierno no apuntan al largo plazo sino que se concentran en tener un efecto de corto plazo para las elecciones. La apuesta es invertir en infraestructura que no requiera nuevos gastos ni mantenimiento en los próximos años. Es por ello que se frena la construcción de escuelas y hospitales al tiempo que avanza la obra en rutas y remodelación de edificios. “Esta característica expresa la voluntad del Gobierno de aplicar el modelo de obra pública que se utilizó en la Ciudad de Buenos Aires: gastos menores que no conllevan elevados costos de mantenimiento y puedan ser recortados con mucha discrecionalidad. De ahí, por ejemplo, la preferencia por el metrobus en detrimento del subte”, apuntó el informe.
“Cabe esperar para los próximos meses una consolidación de este modelo: pocas obras de relevancia y muchas de bajo impacto y alta visibilidad pero que no resuelven los problemas de fondo”, planteó. Agregó que “este es el nuevo modelo de infraestructura que busca desarrollar Cambiemos. Una estrategia que le permite servirse del gasto público como herramienta electoral pero, a su vez, facilitar mediante partidas descartables el camino al ajuste que ya se da por descontado para el 2018”.
El gasto de capital en los primeros cinco meses del 2017, según la Fundación Germán Abdala, se ha ejecutado en una buena parte del presupuesto anual. “A falta de resultados económicos contundentes que ayuden a la campaña electoral, el gobierno le exigió un poco más al gasto en infraestructura”. Algunas partidas alcanzaron niveles de ejecución superiores al 75 por ciento, cuando lo habitual para esta altura del año es que la cifra se ubique en un 20 por ciento. “En gran medida esta dinámica expresa la recuperación respecto de los importantes recortes sufridos en 2016”, cerró el documento.