Los restos del periodista mexicano Salvador Adame, que estaba desaparecido desde mayo, fueron encontrados ayer en el fondo de una barranca del Diablo de la región de Tierra Caliente, en el estado de Michoacán, según confirmó el fiscal Martín Godoy. En conferencia de prensa, el funcionario dijo que la identidad del comunicador fue comprobada mediante la realización de pruebas de ADN.
Según las primeras investigaciones, el periodista fue asesinado por un grupo de sicarios al mando de un narcotraficante identificado por el fiscal como “el Chango” Peña, con quien mantenía problemas personales. Adame, quien colaboraba para varios medios locales, se convierte así en el séptimo periodista asesinado en lo que de este año, en su caso tras haber sido secuestrado por un grupo armado el 18 de mayo pasado en el municipio de Múgica. Los restos de Adame aparecieron quemados, imposibles de identificar. No se sabe cuanto tiempo llevaban ahí.
Godoy indicó que el autor intelectual del crimen fue un sujeto identificado como Daniel Rubio Ruiz, apodado El Cabezas, quien fue detenido hace una semana acusado del delito de secuestro. Cuando el reportero desapareció, El Cabezas, explicaba Godoy, ubicó al líder de un grupo criminal que opera en la Tierra Caliente de Michoacán, el Chango Peña. Le preguntó que qué sabía de su primo y este le habría dicho el lugar donde abandonaron sus restos. Godoy ha indicado que “el posible móvil del asesinato serían problemas de tipo personal entre la víctima y esta persona. Lo cual podría tener relación con mensajes identificados en el teléfono de Adame, donde recibe insultos, mensajes que siguen siendo materia de investigación”.
Antes de Adame fueron ultimados: Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada y cofundador del semanario Ríodoce (15 de mayo), Filiberto Álvarez Landeros, locutor en Tlaquiltenango, Morelos (29 de abril); Maximino Rodríguez Palacios, del portal de noticias Colectivo Pericú, en Baja California Sur (14 de abril) y Miroslava Breach Velducea, corresponsal de La Jornada y colaboradora de Norte, de Ciudad Juárez (23 de marzo). Asimismo, Ricardo Monlui Cabrera, propietario y director del portal El Político y editor de la columna Crisol de Córdoba, en Veracruz (19 de marzo) y Cecilio Pineda Brito, director de La Voz de Tierra Caliente, en Guerrero (2 de marzo). De los siete reporteros asesinados este año en el país, ninguno vivía en la capital.
El hallazgo de los restos de Adame ocurre en medio de la discusión sobre la falta de garantías para ejercer el periodismo en México, sobre todo en los Estados. Fue precisamente el asesinato de Javier Valdez en mayo el catalizador de la reacción del Gobierno. Ejecutado a plena luz del día en Culiacán, Valdez era un reportero respetado en México y Estados Unidos. La saña y el descaro de los sicarios, que le dispararon en repetidas ocasiones en pleno centro de la ciudad, generaron tal reacción del gremio que obligó al presidente, Enrique Peña Nieto, a anunciar nuevas medidas para la protección de periodistas. Aunque las críticas aparecieron casi al instante, cuando los propios compañeros de Valdez recordaron que el Gobierno ya gestiona un mecanismo de protección de periodistas, y que, por lo visto, no funciona demasiado bien.
El procurador Godoy ha anunciado que las investigaciones continúan. Falta por encontrar al Chango Peña y determinar si actuó solo o acompañado. De momento no hay detenidos, igual que en los casos de Javier Valdez, o Miroslava Breach, los dos más sonados del año. De hecho, las críticas le llegan al gobierno en gran parte por ese lado, la falta de resultado en las investigaciones. En México, menos del 5 por ciento de los delitos acaban con una sentencia.