En su editorial, Víctor Hugo criticó fuertemente a los diputados de Juntos por el Cambio por no dar quórum en la sesión en Diputados donde debía debatirse el proyecto de ley de Etiquetado Frontal de Alimentos y la iniciativa para garantizar los derechos de las personas en situación de calle, entre otros temas.

Luego de que Juntos por el Cambio no quisiera dar quórum a la sesión en Diputados donde iba a tratarse la ley de Etiquetado Frontal de Alimento, Narda Lepes dijo que importan más los lobbys que lo que comen los chicos en los comedores del país. "Hay que ser muy caradura y tener el corazón muy frío para no ir a la sesión o votar contra la ley", advirtió Narda Lepes.

Máximo Kirchner, por su lado, criticaba en la Cámara la ausencia de los diputados de esa impiadosa derecha Argentina. En todos los países donde se aplicó una ley similar, mejoraron los hábitos de consumo y la calidad de los alimentos.

En Chile, una ley similar a la que la derecha del PRO no quiso votar ayer con sus pueriles pretextos, ha dado grandes resultados. Hasta incluso el New York Times elogió el éxito obtenido en ese país. Y es igual a la ley que se quiere votar acá.

El exceso de lobby y la caradurez hizo que la ley fracasara sin que se sepa ahora cuál será su destino. Parece que no está todo perdido, pero igual es tan vergonzoso.

Los diputados de la derecha declararon estar a favor de la ley pero no querían votar por la forma de convocar a la reunión. Ese es un argumento baladí, falso, absurdo, teniendo en consideración lo que está en juego.

Los diputados de Juntos por el Cambio miraban detrás de una cortina el recinto al que no querían entrar como si fueran chicos del colegio. Le faltaba patear piedritas haciendo gala de su desparpajo.

Es el mismo capitalismo inclemente que tiene a Estados Unidos al borde de un default justamente porque la oposición de derecha, los republicanos, no quiere ayudar al gobierno de Joe Biden. Así de simple.

Es el neoliberalismo criminal del Fondo Monetario Internacional al que Joseph Stiglitz le pide evitar las sobrecargas a países como la Argentina.

Es el neocolonialismo del servil de Mario Vargas Llosa pidiendo votar derechas. "Hay que votar bien. No importa tanto la libertad, lo que importa es votar bien", dijo el escritor.

Es en la Argentina la expresión del poder real de los que, por amor a Pfizer, cuando supieron que la vacuna para los chicos era Sinopharm plantearon dudas criminales como ocurrió con la Sociedad Argentina de Pediatría.

Son atroces, inclementes, impiadosos, mentirosos y serviles. Pero bueno, es primavera y a veces nos da por tener un poco de fe que no siempre van a ganar los malos, los inútiles y los mafiosos. A ver si le damos paso a la sonrisa y le damos paso a los sueños de un mundo mejor.