En su columna, Fernando Borroni reflexionó sobre la justicia y el tiempo luego de que la justicia decidiera el sobreseimiento de todos los imputados en la causa del Memorándum con Irán.
La justicia y el tiempo deberían ser amantes apasionados. Debieran juntarse, vivir de la mano, andar a un mismo paso, a un mismo ritmo. Existe una necesidad imperiosa de que ambos, la justicia y el tiempo, constituyan un solo ser jurídico y político.
Me pregunto si la justicia es tal. Si podemos llamar la justicia cuando se desprende del tiempo y cuando no importa en el momento en el que llega. ¿La justicia que llega tarde es siempre justicia? Cuántas veces nos hemos hecho esta pregunta.
¿Quién paga las cuentas del dolor? ¿Quién paga las cuentas del sufrimiento ante lo injusto? ¿Quién se hace cargo de la cárcel de Luis D'Elía? ¿Quién se hace cargo de esa persecución personal, política, del encierro?. Decidieron inventar una causa, porque era la manera de llegar al poder.
"No me importa ir preso por esta es una causa política. Quieren humillar a toda la oposición. Basta de la dictadura macrista", esto gritó Luis D´elía cuando lo llevaban esposado a la cárcel por esta causa. Tenía razón.
Los medios nos decían que tenía vínculos con el terrorismo internacional. Hay quienes podrá que la justicia finalmente llegó. Claro, pero el tiempo y la justicia no deben ser autónomos.
¿Quién se hace cargo ahora de la cárcel de Carlos Zannini, injustamente preso? ¿Qué pasa con la justicia para su familia y para sus hijos. ¿Quién te quita la angustia de esas noches en donde tu viejo estaba preso injustamente?
"Estuve preso por una causa que me inventaron para perjudicar a Cristina Kirchner", dijo Carlos Zannini por aquellos días. Tenía razón. Hoy hay verdad, hay justicia, sí, pero ¿y el tiempo?
El tiempo es un privilegio de quienes pueden esperar y es difícil esperar tras las rejas injustas. Es difícil de esperar en la soledad de la injusticia.
¿De la prisión de Fernando Esteche quién se hace cargo? "No es verdad que haya crecido el intercambio comercial, no se traficó uranio, no se cayeron las alertas de Interpol", escribió Esteche estando preso por esos días. Tenía razón.
¿Qué hacemos ahora con la razón? Se conoció la verdad con este fallo. En realidad la verdad se conocía, pero la ocultaron. Montaron un show perverso, atentaron contra la sociedad, la llenaron de fantasmas. Arrearon a la sociedad como ovejas para que griten "todos somos Nisman".
Hay quienes aseguran que se siente cierta paz cuando la justicia llega. Déjenme decirles humildemente que no siempre, porque nadie le devuelve la paz a los últimos días de la vida de Héctor Timerman.
Y un capítulo aparte para Cristina Kirchner. ¿Qué no le dijeron a esa mujer? ¿Qué no le hicieron a esa mujer? Sin embargo esa mujer resistió, habló, actuó y esperó. Esa mujer puso el cuerpo para que este día llegue y llegó.
¿Pero qué hacemos con el tiempo? Señor Presidente, la reforma judicial es una urgencia. Es una condición, es un deber.