En su editorial, Cynthia García habló sobre el 17 de octubre de 1945 y reflexionó sobre el peronismo y el Día de la Lealtad.
Estamos cerca de un nuevo 17 de octubre y es válido entonces entrarle al tema del peronismo. Lo haremos intentando abarcar la escala de conceptos que encierra ese gran movimiento. El peronismo es un tema apasionante, constitutivo de nuestra identidad Argentina, aún desde el contraste.
El peronismo, un fenómeno de masas de pueblo, de movimiento obrero organizado, creado por Perón, un líder totalitarista. El peronismo, un partido proscripto durante 18 años, y el bombardeo del 55 y los fusilamientos y la espera del regreso del general en el exilio. Este es solo un punteo iniciático.
El peronismo incluye las definiciones por contraste: el antiperonismo, el gorilaje, el odio desmesurado, el "viva el cáncer hacia Eva". Todo eso somos. No es fácil de comprender.
El peronismo se constituye también con el deseo. El golpe de Estado a Perón en el 55 por la política intervencionista sobre las exportaciones genera el exilio y el deseo del regreso. Un deseo enorme, intenso, capaz de generar la entrega total de muchos que dieron la vida deseando el regreso de Perón.
Ese deseo es parte vital del peronismo. ¿Pero cómo surge? ¿Cuál es el punto cero del peronismo? Perón, antes del golpe del 43, descubre a un nuevo sujeto político compuesto por los migrantes internos, los cabecita negra, los desplazados, los que se iban hacia la ciudad.
José Pablo Feinmann, en su libro Peronismo, filosofía política de una persistencia argentina, dice sobre este nuevo sujeto político que Perón lo empoderó y visibilizó desde un principio. Claro, la oligarquía, dice Feinmann, no necesitaba descubrir al nuevo sujeto político. Lo había explotado en sus estancias.
Ahora este nuevo sujeto político se le aparecía en las ciudades. Fue, como se dijo más tarde, como se vio en el 17 de octubre, un aluvión. La oligarquía de 1940 no podía elegir a sus peones como sujeto político, porque los odiaba.
Otro elemento que constituye al peronismo es el odio que le tienen quienes lo odian, como Vargas Llosa en sus conferencias con Macri o a la inversa, o todos Juntos por el Cambio en sus planteos de los últimos 70 años.
La traducción, sépanlo bien, de este planteo sobre los últimos 70 años, es siempre un intento por la utopía de la derecha argentina, que es un país sin peronismo y sin derechos.
En otro párrafo Feinmann cita a Julio Troxler, sobreviviente de los fusilamientos de José León Suárez.
Troxler trató de responder qué significa ser peronista y por qué el peronismo despertaba tanto odio. "Tardamos mucho en comprenderlo y darnos cuenta de que el peronismo era algo más permanente que un gobierno que puede ser derrotado, que un partido que puede ser proscripto. El peronismo era una clase. Era la clase trabajadora que no puede ser destruida. El eje de un movimiento de liberación que no puede ser derrotado. Y el odio que ellos nos tenían era el odio de los explotadores por los explotados", expresó.