El su editorial, Cynthia García criticó la decisión del gobierno de suspender el acto previsto para el 17 de octubre en el marco del Día de la Lealtad Peronista. "La fortaleza del campo popular está en el territorio", expresó

María Eugenia Vidal estuvo en América 24 y contó en modo cándida, que se reunió con una vecina que con la indemnización abrió un centro de estética. En su Twitter, el periodista Gino Viglianco preguntó oportunamente si Vidal le habrá dicho a esta vecina que Juntos por el Cambio pretende eliminar las indemnizaciones. 

https://twitter.com/GinoViglianco/status/1447954129737949186?s=20

José Luis Espert escribió en un tweet por el 12 de octubre "Los seres humanos normales festejamos como toda la vida, el Día de la Raza y eso no tiene nada de racista. Los simios drogados kirchneristas no sabemos que engendro lingüístico festejarán". 

https://twitter.com/jlespert/status/1447692261228105732

Javier Milei vocifera ante su auditorio creyendo que ruge "vamos a quemar el banco central" y Carlos Maslatón, candidato de la lista de Milei dijo por televisión: "Yo soy de derecha, yo soy la derecha. Vox no es la ultra de derecha. Milei, tampoco. Los monopolios no existen, somos liberales, la riqueza no está concentrada y a mi lado Larreta es de izquierda".

Contando estas tres escenas no espero la indignación de la población sino que propongo que reflexionemos analíticamente sobre las condiciones y posibilidades de circulación de discursos desembozadamente de derecha.

En Argentina, antes de Mauricio Macri, estas expresiones se escondían. No era tan habitual en los discursos públicos de la política el reconocimiento expreso a la pertenencia neoliberal. Recuerdo una entrevista promediando el macrismo en la que González Fraga me negaba que el macrismo fuera neoliberal. 

A nivel planetario ocurre algo parecido. Es probable que la pandemia y la crisis económica haya dejado al descubierto la ruptura del pacto civilizatorio logrado después de la Segunda Guerra Mundial. Hace tiempo que esos acuerdos por una humanidad mejor se rompieron. 

Lo que también dejó en evidencia esta crisis pandémica es que está claro que hay un aumento del discurso de derecha con un nivel desembozado y de sinceramiento respecto a lo que las derechas y los poderes concentrados hacen y pueden generar: ajustes, reformas laborales, eliminación de indemnizaciones. Es, sin ir más lejos, la propuesta que plantea el Fondo Monetario Internacional. 

¿Habrá algún acuerdo bueno con el Fondo? ¿Es posible un buen acuerdo con el fondo? Me atrevo a aventurar que ningún acuerdo será bueno.

Volviendo a los discursos, hay que observar que mientras la derecha dice barbaridades y no pasa nada lo dicho y enunciado desde un lugar popular y progresista genera una reacción en serie del dispositivo mediático que el nado sincronizado en modo indignado y con pésimo equilibrio de varas generará el horror sobre el subsidio de los viajes de egresados en la provincia de Buenos Aires o la jubilación anticipada. 

Son distintas varas, distintas medidas. Esta derecha desembozada dice lo que quiere y no pasa nada y los planteos que vienen de un lado más progresista, con tono popular o distributivo, genera esta reacción en serie del dispositivo mediático. 

Acá juega lo que decíamos ayer sobre la subjetividad neoliberal en la vida cotidiana. Muchas veces, con coucheo mediante, esos discursos de la derecha tienen un modo acorde a la publicidad. Usan la lógica de "haga esto y sea feliz, compre esto y sea mejor persona". Y claro, las sociedades están cada vez mejor formateada para la circulación y consumo de discursos facilistas. 

Ahí es donde la derecha gana terreno. El marco les es afín porque proponen soluciones mágicas y rápidas que obviamente son mentirosas y le quitan espacio a los discursos y a los planteos que necesitan cierta explicación, aclaración y tiempo. 

Con una concentración mediática, algoritmos mediante y porciones decisivas de una sociedad colonizada en términos publicitarios, la cuestión se vuelve casi de dilemática. 

Tal vez por eso el asesor catalán, de cara al 17 de octubre y a las elecciones de noviembre, pidió fundamentalmente dos cosas: que no haya actos partidarios y que el Frente de Todos sea aperturista en términos de representación partidaria y no quede solo cerrado sobre el peronismo. 

Para mí esa estrategia es un error que no resuelve el antagonismo, porque los antagonismos no pueden ser resueltos. Se acciona sobre ellos pero no posible disolverlos. Ahora, si hablamos de esos sectores del electorado detrás de los que siempre corremos tal vez habría que proponerles narrativa, épica, mística y relato. 

Son palabras que pueden entrar también en los algoritmos, pero las encontraremos mejor, más efectivas si recordamos que la fortaleza del campo popular está en el territorio.