En el Día del Psicólogo, Adrián Stoppelman habló en su columna de humor sobre de los pros y los contras de la profesión.
Pasan cosas raras con los psicólogos. Especialmente en Buenos Aires, que es como la capital mundial de la psicología. Y no es casualidad que Buenos Aires sea una de las ciudades con más psicólogos del mundo, si estamos todos locos. Ahora… imaginemos la misma ciudad, sin psicólogos… no nos salva ni Freud, ni Lacan, ni el Chapulín Colorado… nadie se haría cargo.
Pero es una profesión piola la de ser psicólogo. Después de espía, debe ser el laburo que mejor paga por sentarse y escuchar. Además, la psicología es la única profesión donde el cliente jamás tiene la razón!
Yo tuve varias épocas en que tuve que hacer análisis. Sobre todo de colesterol y triglicéridos… No, en serio… Yo hice terapia un par de veces. Pero no me fue bien. Al primero que fui le digo… “doctor, tiene que ayudarme. Creo que tengo cierta tendencia suicida.” Y el tipo me dice: “entonces págueme por adelantado.”
Lo cambié por otro. Tampoco tuve suerte. Le planteé mi problema: “Doctor, todo el mundo me odia”. “Eso no es posible”, me dijo, “a usted no lo conoce todo el mundo todavía”. Y después si, encontré uno que me gustó. Era austríaco. Estuve como 6 años con él. Hasta que un día, me defraudó, cuando me dijo. “Disculpa… no habla la castellano yo…”
Intenté con otro, porque esto de hacer humor no es fácil. Y de entrada le conté mi problema. Le dije: “Doctor… Ya no sé qué hacer. Nadie me toma en serio” – “Me está cargando”, dijo.
Pero es bravo tener problemas mentales y que no te los solucionen. Como mi amigo Alfredo, que era tan paranoico que le puso espejitos retrovisores a la bicicleta fija.
Y un día dejé de ir, porque justo viajando en ascensor, escuché a dos psicólogos charlando. Uno le decía al otro: “Che… Estoy hecho bolsa. No entiendo cómo podés estar así, como una lechuguita después de doce horas de tratar problemas con tus pacientes”. Y El otro le contesta asombrado: “¡¡¡No me digas que vos los escuchás!!!”
Tampoco quiero ser injusto. Porque muchos psicólogos han ayudado a sus pacientes. Como el caso de mi amigo Renaudo. Tiene 60 años… . El otro día me lo encontré por la calle, y le pregunté: “Che… ¿cómo andás de tu “problemita? “Bien, perfecto”, me dijo, “lo tengo superado desde que voy al psicólogo”. “Ah, qué bien, qué suerte” le dije. “O sea que ya no te hacés más pipí en la cama? Y me contesta: “Si, pero ya no me importa”.
Peor le pasó al Flaco Frizzeti… un día llegó a la casa y se encontró a la mujer y a su analista acostados en su propia cama… ¡Su mujer lo engañaba con su analista!! El Flaco se puso como loco.. Y el analista que intentaba calmarlo… “Tranquilo, Frizzeti, no es lo que usted piensa…” “Pero cállese, hombre, siempre es lo mismo con ustedes los analistas: nunca es lo que yo pienso, nunca es lo que yo pienso…”
El problema de salir con un psicologue es que uno tiene miedo que interpreten todo. El otro día le dije a mi psicólogo Hola, cómo le va? Y el tipo se quedó pensando...¿Qué me habrá querido decir?
Y es especial la relación con el psicólogo, porque tiene que haber onda, una conexión. Y ni te cuento ahora que es todo por zoom. Si no tenés conexión, es para volverse loco.
En fin. Vaya mi saludo a todos los profesionales de la salú mental, que al menos en la ciudad de Buenos Aires… no estarían dando en la tecla con el problema mental del votante.
Una aclaración: hoy es el día del psicólogo y no del siquiatra, que recién es el 22 de noviembre. Porque no son lo mismo: la diferencia es que el psicólogo se queda dormido mientras le hablás y el siquiatra te puede recetar pastillas para que vos te quedes dormido. Y el precio. Pero eso es otro tema. Pero tanto uno como otro, psicólogo y siquiatra, tienen una definición parecida: un muchacho judío que quería estudiar medicina pero no tolera ver sangre.