En su editorial, Cynthia García analizó las diferencias entre las presidencias de Néstor Kirchner y de Alberto Fernández.
Para contraponer el intento de hegemonía que pretende el macrismo se necesitan hechos que contrarresten a esa producción de sentido neoliberalista. Eso es lo que hizo Néstor Kirchner cuando reconstruyó la Argentina desde el no país que fue el 2001.
Estoy pensando en estas ideas porque ayer Alberto Fernández habló del 2001. El Presidente hizo una especie de paralelo entre el país que él había recibido y lo que Néstor había recibido.
A mí eso me detonó una cantidad de interrogantes. ¿La Argentina que recibe Alberto Fernández tiene similitudes con la Argentina que recibió Néstor Kirchner en 2003? Néstor recibió un no país. ¿Qué país recibió Alberto Fernández? Ahí aparece nuevamente el intento de hegemonía neoliberal.
Néstor venía de un intento de hegemonía menemista, con la construcción del 1 a 1. Alberto Fernández viene con la construcción de hegemonía macrista en otro contexto y con un intento de destruir todos los derechos que habían generado Néstor y Cristina Kirchner.
Néstor trabajaba fuertemente cuestiones muy específicas y a la vez generaba hechos totémicos, hechos que generan un determinado sentido. Cuando asumió resolvió rápidamente el conflicto docente en Entre Ríos. Pocos días después realizó una cadena nacional contra una Corte Suprema que lo quería poner en jaque apenas asumido como presidente.
Esto no solucionaba los problemas estructurales del 2001 pero sí daba un determinado caudal de confianza y de imperativos que producen un acompañamiento y un compañerismo en el trayecto de la utopía. Eso era lo que estaba reclamando gran parte del campo nacional y popular. Eso es lo que genera la política de precios máximos.
En paralelo, ayer el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, habló de los monopolios. Pidió ir en contra los monopolios por la inflación. Esto habla de que la política de control de precios permeó positivamente en la sociedad de Argentina. Esta iniciativa rompió los algoritmos de los circuitos cerrados de la propia pertenencia identitaria de sujeto político.
¿Quién no quiere que controlen los precios? Eso lo perciben los focus group que nutren las usinas narrativas del macrismo y Larreta rápido y vivo como es Salió a decir que hay que ir contra los monopolios por la inflación.
Esto positivo para la construcción narrativa del campo nacional y popular del Frente de Todos. Podríamos decir que si el gobierno no gana la partida en el control de precios de todas maneras ya se ve una ganancia.
Néstor Kirchner, en esa totémica cadena nacional de junio de 2003, fue inesperadamente rupturista con la historia de resignación. Él dijo: "Nos planteamos construir prácticas colectivas de cooperación que nos permitan avanzar hacia lo nuevo. Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política estamos ante la oportunidad de un cambio moral y cultural profundo". El cambio no sólo debe reducirse a lo funcional, debe ser conceptual.
Este gobierno no puede quedar encerrado en el corralito de lo posible. Lo posible es lo que nos llevó al neoliberalismo mediante a estos niveles de pobreza. Sabemos a ciencia cierta que es el poder real quien define lo posible.
Celebramos que el Gobierno haya salido del corralito de lo posible y se atreva a hacerle frente al poder real en una medida básica como la de controlar el precio de los alimentos.
Alberto Fernández dijo ayer que Argentina no se va a poner de rodillas ante el Fondo Monetario Internacional. Lo que nos define como seres humanos es el lenguaje.
Haber utilizado esta narrativa iniciática de la mano de políticas públicas que enfrenten al poder real es para nosotros, humildemente, salir del corralito de lo posible.
Lo celebramos.