El expresidente y el exvicepresidente de Bolivia Evo Morales y Álvaro García Linera, respectivamente, dialogaron en exclusiva con el economista español y conductor de La Pizarra, Alfredo Serrano Mancilla, y dejaron una serie de definiciones en torno al Golpe de Estado que los sacó del poder en noviembre de 2019, el avance de la derecha en el continente y la posibilidad de un nuevo levantamiento en la región contra un gobierno elegido democráticamente: " El golpismo no ha desaparecido, sino que ha renacido de otra manera", advirtieron.
Además, se mostraron agradecidos por el trato que recibieron en nuestro país luego de huir de su país y ser asilados políticamente por el Gobierno argentino de Alberto Fernández. "Lo que me ha encantado de Argentina es el empoderamiento de las mujeres, me encanta eso para mi hija", confesó García Linera.
Una vez consumado el golpe de Estado, ¿se acuerdan de qué hablaron o qué hicieron en el vuelo rumbo a México?
Evo: Primero nos costó mucho porque el avión no tenía permiso de salida. Nosotros llamamos a nuestros compañeros para que se movilizaran. La gran ventaja fue la cantidad de gente que se concentró para que podamos salir. Sin ellos no hubiera sido posible. Nos quisieron detener pero nosotros teníamos nuestra reserva moral. La derecha se arrepintió de no haberme matado. Recuerdo que Estados Unidos nos ofreció un avión para sacarnos de Bolivia, pero no somos tan ingenuos, estábamos seguros que no querían llevar a Guantánamo o a Estado Unidos. Una vez que el avión despegó lloramos mucho. Luego caí profundamente dormido.
Álvaro: En el vuelo estuve despierto hasta tarde pensando. Estaba preocupado por la situación de mi hija y mi esposa. Luego llegamos a Paraguay donde nos recibió el embajador. Volvimos a despegar y estuve despierto una hora más hasta que me dormí. Cuando desperté ya estábamos en territorio mexicano. Cuando el piloto nos dijo que estábamos en territorio aéreo mexicano nos quedamos más tranquilos porque muchos países no nos dieron permiso para sobrevolarlos. No sabíamos lo que nos podía pasar. El golpe fue para matar a Evo. Lo intentaron. Pero llegando a México iba a ser más difícil para ellos.
Cuando llegaron a México ninguno de los dos tenía plata en los bolsillos y la gente pensaba que llegaban con maletines llenos de dinero...
Á: Esa es una de las virtudes que la gente supo hallar en Evo. Es un dirigente honesto, que dice la verdad. No puede mentir. Dice lo que piensa y eso le gusta a la gente. Además es un hombre muy trabajador. Es un tipo que si no se despertaba a las 5 de la mañana sentía que estaba recibiendo un salario injustamente. Él trabajaba 20 horas al día incluso los fines de semana. Esa era su obsesión.
E: Todavía me deben las vacaciones (risas)
Á: Por lo general los gobiernos de derecha llegan a un país para hacer negocios. Evo Morales recibía solo la plata de su salario como dinero sagrado. El decía que el dinero del Estado no se podía malgastar porque le pertenecía al pueblo.
Una vez en México, Evo quiso volver inmediatamente a Bolivia... Álvaro, ¿qué pensabas al respecto?
Á: Una característica muy propia de Evo es la del optimismo histórico. Siempre ha sido así. En momentos de mucha adversidad siempre ha encontrando la fuerza para convertir la derrota y el retroceso en ofensiva y en avance. Lo ha hecho en el Gobierno, lo ha hecho cuando era dirigente sindical y lo sigue haciedno ahora. Seguramente lo va a seguir haciendo toda su vida. Eso forma parte de una manera impetuosa y voluntariosa de abordar la historia. En esos días en los que habíamos sido duramente golpeados yo lo miraba con asombro, como siempre lo veo cuando es demasiado optimista, pero también veía que podía abrirse algo. Siempre hay una posibilidad objetiva, material, real, de que ese optimismo de Evo pueda convertirse en realidad. Antes de venir a Argentina, Evo planificó tres veces ir a Bolivia. Todo dependía de las circunstancias. Cuando estábamos a punto de hacerlo veíamos que todavía no era conveniente. Evo siempre ha sido así y mucho de ese ímpetu ha ayudado también a cambiar las circunstancias para derrotar el golpe de Estado.
Evo, ¿por qué querías regresar tan pronto? ¿Cuáles eran tus razones?
E: El exministro de la Presidencia del gobierno de Facto, Jerjes Justiniano, se comunicó con (el exministro del gobierno de Evo Morales) Carlos Romero porque quería hablar conmigo. Querían que parase la movilización popular desde afuera de Bolivia. Y yo dije que no, que si lo hacía tenía que ser desde adentro de Bolivia. Cuando se está en plena batalla viene el llamado de pacificación como un instrumento de legalización del gobierno de facto. Jeanine Áñez trató de instalar que eran un gobierno de transición. A los dos o tres días comienza la negociación con el pacto de unidad. Recuerdo que planificamos el retorno. Yo quería estar donde fuera más útil, ya sea asilado o encarcelado en Bolivia. En mi viaje a Cuba, Raúl Castro me dijo que no podía volver porque me iban a meter en la cárcel. Yo le dije que había estado tantas veces preso que no tenía miedo. Pero Raúl me dijo que cuando estuve preso yo era otro Evo y que si me metían en la cárcel ahora era para envenenarme o para matarme. Eso me convenció.
¿Todavía quedan ganas de un golpe de Estado en Bolivia?
E: Desde que Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos, volvió el fascismo y el racismo. En Bolivia hay pequeños grupos muy racistas que nos preocupan. Ellos tienen sus metas y lamentablemente la justicia no hace nada. Si la justicia en Bolivia hubiera hecho justicia, algunos derechosos nunca hubieran sido gobernadores ni alcaldes. Si se juzgara como corresponde, no se atreverían a hacer golpes de Estado por toda América Latina. En el golpe de Estado en Bolivia hubo muchos muertos y heridos y recién ahora se están abriendo procesos.
Á: El riesgo de un golpe de Estado no solamente está presente en Bolivia sino también en América Latina y en el mundo. Esa es la nueva realidad. Hay una derecha radicalizada que tiene una mirada instrumental de la democracia. Si la democracia le sirve para ganar, bien, pues si la democracia no le permite ganar, está dispuesta a quemarla. Lo han hecho en Bolivia y casi lo hacen en Estados Unidos. Hasta el día de hoy Trump sigue hablando de que ha habido fraude. La consigna de fraude es la nueva consigna de una derecha perdedora electoralmente que, bajo el pretexto de que ha habido fraude, puede usar la violencia, las armas y en el caso de Bolivia, el asesinato o la masacre para preservar y defender sus intereses. Lo que ha pasado en Bolivia no es una excepcionalidad mundial, es una tendencia mundial. En Brasil Bolsonaro anda amenazando con que no va a reconocer las elecciones del año que viene, si es que no hay un control electoral como él quiere. Creo que esa derecha antidemocrática está incubada en otros lugares del mundo. Algunas veces más marginal, otras no tanto, pero está ahí. Ha entrado al siglo XXI en su segunda década, una derecha golpista y hay que estar atentos y no confiarse. Nosotros estábamos confiadísimos con Evo. Habíamos unificado a los sectores populares, habíamos dado paz a los sectores empresariales y habíamos dignificado a policías, habíamos dignificado a militares. Y resulta que un día para el otro, policías y militares dignificados y sectores empresariales pequeños que habían hecho negocios en nuestro proceso de cambio se vuelven golpistas. Ojo con el golpismo, no ha desaparecido, sino que ha renacido de otra manera.
E: El golpe no solamente es de carácter militar, puede haber un golpe congresal o judicial. Eso es una novedad y hay que tomar en cuenta esa situación.
¿Qué destacan de la Argentina?
E: En Argentina nos recibieron muy bien. Fue muy solidario el pueblo argentino con nosotros. Todos los días nos invitaban a asaditos.
Á: Este tema de la cultura de la solidaridad de la argentina es fantástico. Es una cultura porque ha habido muchos argentinos que han sido exiliados y han vivido en otras partes del mundo. A mí con mi familia nos tocó estar en cinco departamentos conseguidos por varios compañeros argentinos. Nos daba vergüenza porque eran jóvenes militantes que nos dejaban su departamento para que viviéramos nosotros. Eso me enamoró. En todas partes, donde había posibilidad, aparecía esta colaboración tan desprendida del pueblo argentino. Yo lo valoro y me enamoró. Es fantástico. La segunda cosa que me ha encantado es el empoderamiento de las mujeres. Me encanta eso para mi hija. Tengo una niña de cuatro años y me gustaría eso. La mujer se sabe con poder. Evidentemente faltan muchas batallas, pero aquí en Argentina han logrado mucho reconocimiento y empoderamiento. Luego me gustaban mucho los parques. Yo llevaba a mi niña al parque. Hay una cultura del parque muy linda que es una forma de construir sociabilidad. Los niños van al parque, juegan y comparten. Me encantó esa manera de construir una sociedad de plaza que es tan importante para la formación espiritual de los niños.
"Aunque la derecha nos quiso enfrentar, nunca pudieron hacerlo"
Entre anécdotas, recuerdos de juventud y declaraciones de principios ("Nosotros hemos hecho política por la patria, ese era nuestro compromiso"), Morales y García Linera se tomaron un tiempo para recordar cómo se conocieron y hablar sobre las claves de su amistad.
"Álvaro es muy leal. Aunque la derecha nos quiso enfrentar, nunca pudieron", aseguró Evo, que confesó que no se acuerda cómo lo contactó por primera vez a su socio político pero que sí tiene presente el motivo: fue durante una reunión de las Seis Federaciones del trópico de Cochabamba, una agrupación que nuclea a trabajadores cocacoleros de esa región de Bolivia y que por entonces, en los años 80, dirigía el propio Morales.
"Antes de empezar con el debate, siempre llevaba a un invitado. Para hablar de los 500 años de la resistencia indígena popular lo llevé a Germán Choquehuanca para que explicara qué era la Whipala. Fuimos contentos para repasar la historia, refrescar la memoria con motivo del 12 de octubre de 1492. No me acuerdo cómo me contacté con Álvaro, pero también lo invité a participar ahí", contó Evo.
Por su parte, García Linera completó la historia: "Por entonces Evo era muy querido y muy carismático y ya era un fenómeno político. Luego yo entré a la cárcel, donde estuve cinco años, y saliendo de la cárcel, a través de otro compañero, Oscar Olivera, un dirigente fabril, nos contactamos con Evo porque yo iba a las fábricas, y ahí llegó la invitación de Evo. Él tenía un hábito muy interesante, que era un análisis político previo. Antes de entrar a los temas locales del sindicalismo agrario hacía un análisis de la situación nacional, de la situación internacional y luego ya iba al debate concreto. Entonces Evo me invitó a una charla en un lugar que ni siquiera llegaba a ser un galpón, era un pedazo de tierra con unas hojas encima", rememoró.
Y agregó, haciendo una elipsis en su relato de casi 15 años: "Y ya en la 'Guerra del agua', en el año 2000, en esa serie de protestas en la que se intentó expulsar de Bolivia a las empresas extranjeras relacionadas con el suministro de agua, Evo llevó a 6000 compañeros de la Federación del Trópico para ayudar a los vecinos de la ciudad de Cochabamba a enfrentar a la policía y apoyar el bloqueo. Yo iba dando vueltas por la ciudad y ahí lo encontré a Evo con sus guerreros. Era impactante".
Pero no todo fueron buenos momentos en su relación. Morales reveló que durante su presidencia hubo intentos de desestabilización interna: "Querían instalar que Álvaro nos quería quitar la presidencia, pero yo decía que éramos una yunta, un toro negro y un toro blanco. Incluso algunos compañeros querían separarnos", confesó el exmandatario sobre su compañero, junto a quien ganó cuatro elecciones de forma consecutiva.
"Algunos ministros no querían nacionalizaciones, ni bonos ni rentas. Álvaro ha sido un verdadero compañero. No es sencillo encontrar compañeros tan comprometidos con nuestra revolución y con tanta conciencia social", concluyó.