María Antonia Gauna fue condenada a prisión perpetua en 2008 por el asesinato de su esposo en 2005. La Justicia de Rosario dictaminó que el Estado de Santa Fe deberá pagar siete millones de pesos por daños y perjuicios a la docente.
María Antonia Gauna, docente correntina, quedó viuda en la ciudad santafesina de Arequito en 2005, cuando su esposo fue asesinado a puñaladas y ella hallada a su lado en gravísimo estado de salud. Sin embargo, en 2008 la mujer fue condenada a prisión perpetua como autora penalmente responsable del delito de homicidio calificado por el vínculo.
Gauna estuvo presa desde que salió del estado de coma en 2005, por las heridas que tenía al hallarla junto al cadáver de su marido, pero siguió clamando su inocencia hasta que la Corte Suprema de la provincia hizo revisar el caso en 2016.
La resolución de la Justicia
La resolución del Tribunal Colegiado de Responsabilidad Extracontractual Nº 2, estableció ese monto por la pérdida de su fuente de ingresos en la docencia y por daños y perjuicios entre capital e intereses, según informaron este miércoles medios locales.
El texto destaca que “cuando prospere el recurso de revisión, interpuesto en favor de una persona condenada por error judicial excusable, a pena privativa de la libertad o a inhabilitación de cumplimiento efectivo, aquella tiene derecho a reclamar de la Provincia una equitativa indemnización”.
A su vez, señala que "la mujer fue privada de su libertad a consecuencia de resoluciones judiciales siendo declarada absuelta casi doce años después por encontrarla la Corte Suprema de Justicia inocente del delito por la que fuera condenada", ya que los estudios médicos demostraron que las heridas que presentaba no pudieron ser autoinfligidas.
El testimonio de Gauna
En diálogo con la radio local LT10, Gauna aseguró que el responsable por el homicidio fue el cuñado de su marido, quien se quedó con los campos de la víctima identificada como Carlos Omar Bartorelli.
“Volvimos de cenar y mi marido fue a guardar el auto a una cochera. Yo entré a mi casa y me encontré con una persona encapuchada con un arma. Cuando me redujo, me di cuenta que era Pirulo, el cuñado de mi marido. El tipo me pedía plata y yo le di lo que tenía”, relató la mujer sobre la noche del crimen.
“Cuando llegó mi marido, le abrí la puerta con los brazos atados y le dije que estaba su cuñado. El tipo lo apuntó y lo obligó a entrar. Este sujeto nos pedía plata porque mi marido había retirado 25 mil pesos del banco días antes. Nos obligó a tomar algo y nos metió en la cama. Yo tomé todo y mi marido no. Me dormí y luego me desperté en el sanatorio”, continuó.
Al concluir, aseguró que la justicia "investigó" y la terminó condenando a cadena perpetua. “Años después, gracias a las pericias científicas se comprobó que yo tenía los dos tendones cortados y era imposible que me lo hubiera hecho sola”, subrayó.