El líder republicano del Senado de Estados Unidos, Mitch McConnell, anunció ayer que postergará hasta el mes próximo la votación de la reforma de salud, que impulsa el oficialismo para reemplazar el sistema instalado por Barack Obama, hasta que consiga los votos para aprobar el texto.
La decisi¢n de ayer representa un serio tropiezo para el Partido Republicano y el presidente Donald Trump, que pasaron años abogando por eliminar el Obamacare sin lograr montar una alternativa, y deja al descubierto una evidente división partidaria respecto al tema. “Continuaremos discutiendo internamente en nuestro grupo para resolver las diferencias. En consecuencia, no vamos a examinar esta cuestión esta semana”’, dijo ayer el presidente del mayoritario bloque republicano, McConnell. “Aún somos optimistas”, añadió y confirmó que el jefe del gabinete de Trump, Reince Priebus, invitó a todos los senadores republicanos a una reunión en la Casa Blanca de tarde para discutir la cuestión con el presidente.
En un mensaje frente a las cámaras junto a los máximos dirigentes republicanos del Senado, McConnell aseguró que aún están “trabajando para conseguir al menos 50 personas que estén cómodas” con el proyecto que él y un grupo reducido de legisladores oficialistas redactaron, luego de que la versión aprobada por la Cámara de Representantes el mes pasado provocara muchas críticas.
El dirigente republicano propuso postergar la votación hasta después del receso legislativo por el feriado del 4 de julio, cuando el país celebra un nuevo aniversario de la declaración de la independencia nacional.
El nuevo proyecto de McConnell, sin embargo, mantuvo la eliminación de los impuestos a los sectores más ricos creados por Obama para financiar el nuevo sistema de salud y redujo los presupuestos de Medicaid, el programa destinado a los más pobres, y Medicare, a los jubilados.
Por distintas razones, toda la bancada minoritaria de los demócratas y al menos cinco senadores republicanos anunciaron inmediatamente que rechazarán el proyecto de reforma, lo que dejó al liderazgo oficialista sin los votos necesarios.
El partido del presidente Donald Trump ganó la mayoría de las dos cámaras en el Congreso en las elecciones generales del año pasado, pero en el Senado sólo obtuvo una ventaja de 52 sobre los 100 miembros del pleno.
En tanto, para el jefe de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, “lo que ha pasado en las últimas horas es un símbolo de lo que está pasando con el sistema de salud. Los republicanos sólo están hablando para los multimillonarios”. Los demócratas, dijo Schumer, están dispuestos a sentarse a negociar pero para eso ser necesario que los republicanos abandonen la idea de recortar impuestos a los millonarios y acepten que con el plan que proponen “millones de personas perderán su plan de salud”.
Mientras los demócratas están determinados a resistir el proyecto de ley - Schumer, afirmó ayer que “los republicanos no pueden eliminar el corazón podrido que está en el centro de su reforma de salud”-, McConnell y Trump, desde la Casa Blanca, intentan cambiar algunos detalles del texto para convencer al menos a tres de los cinco oficialistas descontentos.
Con 50 votos en el Senado, la Constitución habilita al presidente de la cámara, el vicepresidente Mike Pence, a desempatar. Con este objetivo en mente, Trump llamó a toda la bancada republicana de senadores a discutir en la Casa Blanca cuál será el próximo paso.
El mandatario intentará aplacar los temores de algunos senadores moderados que ven con preocupación la posibilidad de que millones de personas pierdan su seguro médico y de otros legisladores ultraconservadores que quieren eliminar completamente el sistema de salud creado por Obama en 2010 y no dejar ningún rastro de él.
En medio de este contexto de frenéticas negociaciones y creciente crispación social por las eventuales consecuencias de esta reforma de salud, la Oficina de Presupuesto del Congreso, un órgano no partidista muy respetado que se ocupa de analizar las consecuencias presupuestarias y sociales de los proyectos de ley en proceso, emitió su dictamen sobre el texto redactado por McConnell.
Según su análisis, al menos 22 millones de estadounidense perderán su seguro médico en la próxima década, apenas un millón menos que la versión aprobada por la mayoría republicana en la cámara baja en mayo pasado. La oficina también estimó que esta reforma le ahorrará 321.000 millones de dólares al Estado federal en la próxima década, principalmente por el recorte a Medicaid, el programa de cobertura a los más pobres. Además, el análisis destacó que uno de los sectores sociales que se vería más afectado con esta ley serían los mayores de 65 años.