Sabemos que las urgencias son muchas. Tenemos muy en claro que las causas por las que dar batalla se acumulan delante nuestro y se nos hacen una masa imposible de abordar.
El derecho a comer cada día, la necesidad de una educación que tienda a la igualdad y no a la estratificación de castas, el techo nunca propio, el trabajo como necesidad y derecho para todas y todos, y esa bronca que no queremos que nos envenene y, sin embargo, nos amarga fiero, porque la derecha se sigue apropiando de un país que no les pertenece, de una ciudad capital que debiera abrazar y sin embargo expulsa y excluye.
Y fijate el detalle que cae de maduro: de todos nuestros males, de todas nuestras penas y de todas nuestras pérdidas, ellos y ellas son los culpables.
Toda injusticia y maldad nació de los intereses de la derecha, de los fachos, de los que se creen dueños de todo y de todos. Incluso de nuestros cuerpos, a los que envenenan día tras día en nombre de sus intereses y con el incomprensible apoyo de un gobierno que se supone nacional y popular.
Este 3 de diciembre es el Día mundial de la lucha contra los agrotóxicos. Y en nuestra patria, cada día menos nuestra, el veneno es rey. Pero a todo rey injusto y violento, habrá un pueblo que pueda enfrentarlo. Y ahí estamos nosotres y un amplio y nutrido grupo de científicos y científicas que se cargan al hombro la responsabilidad de informar y advertir del delito que están cometiendo sobre nuestra tierra y nuestros cuerpos.
Este 3 de diciembre comienza la campaña #BastaDeVenenos. Una campaña, que nació a partir de la realización del documental Andrés Carrasco, Ciencia Disruptiva, impulsada por sus realizadores y por organizaciones sociales que están luchando por un cambio desde sus territorios.
Una campaña a la que se sumaron personalidades del arte, del periodismo, de la alimentación, del ámbito de los derechos humanos, que comparten la preocupación por los daños que producen los agrotóxicos y desean contribuir a un cambio agroecológico para la producción de alimentos sanos.
“En el marco de la campaña, algunes participantes, han contribuido a la campaña donando una muestra de orina, para su posterior análisis, en la que se encontró la presencia de glifosato. Los videos recogen los relatos de quienes -tanto en contextos urbanos como rurales- han constatado mediante estudios de laboratorio que tienen agrotóxicos en sus cuerpos”, nos cuentan.
¿Qué te pasaría si descubrieras que en tu cuerpo, en el de tus hijes, los venenos ya corren por la sangre? Pues es lo más probable. Somos una sociedad envenenada, fumigada, contaminada.
"Argentina es uno de los países más fumigados del mundo. Millones de hectáreas de tierra son destinadas al monocultivo con semillas transgénicas dependientes de agrotóxicos, la base del modelo agroexportador. En los últimos 25 años, el uso de agrotóxicos se incrementó un 1200 por ciento, resultando en la tasa más alta del mundo (12 litros por habitante, por año). Todo esto ha producido un cambio en la forma de enfermar y de morir de lxs argentinxs", nos explican quienes empujan la campaña #BastaDeVenenos.
Sabemos que son muchas las urgencias, pero sin lugar a dudas el veneno en nuestros cuerpos debe hacernos reaccionar. Tanta maldad, tanto daño, tanta irresponsabilidad. Y todo esto por unas pocas monedas.