El 80 por ciento de las mujeres argentinas aseguró haber sufrido algún tipo de violencia de género en distintos momentos de su vida. Las jóvenes de 18 a 24 años son las que más pasaron por este tipo de situaciones y el temor juega un rol fundamental: sólo el 17 por ciento realizó una denuncia.
Así lo reveló un informe con "crueles estadísticas" del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH–UNESCO) en el marco de la semana Internacional de la Eliminación de la violencia contra las Mujeres, que también resaltó que aunque nuestro país "registra una percepción positiva de los avances en materia de igualdad de género en diferentes ámbitos, hoy en día la mayoría de las mujeres siguen reconociendo que sufren o sufrieron algún tipo de maltrato".
La violencia más común fue la psicológica. El 54 por ciento de las encuestadas aseguró haber sido discriminada, acosada en la calle o en el ámbito laboral, víctima de bullying o de descalificaciones varias. Un 21 por ciento afirmó que sufrió de violencia económica o patrimonial, "entendida como el maltrato en donde se les impide trabajar y además, se les niegan los recursos para sanear sus necesidades básicas".
En tanto, un 18 por ciento reconoció haber padecido maltratos físicos y el 12 por ciento restante dijo haber tenido
agresiones del tipo sexual. Entre este segmento, el 18 por ciento de las mujeres afirmaron que sus agresores “utilizaron un arma o un elemento punzocortante”.
El segmento de mujeres de 18 a 24 años fue el más afectado con un 52 por ciento de los casos de violencia de género reportados. Las de 25 a 50 años representaron el 34 por ciento y las mayores de 51 y menores de 65, muestran el 14 por ciento de los hechos de violencia.
El "temor" como motor del silencio
De todos los casos, sólo el 17 por ciento realizó la denuncia correspondiente tras sufrir las agresiones y apenas el 5 por ciento buscó ayuda judicial o en organismos de lucha contra la violencia de género. La no asistencia estuvo, en un 67 por ciento, motivada por el "temor a que el agresor tomara represalias"; el 28 por ciento dijo que "no parecía que la agresión ameritara una denuncia" y el 5 por ciento restado justificó diciendo que no sabía donde acudir
Fernanda Gil Lozano, Directora Ejecutiva del CIPDH explicó que estos datos son de "temer" ya que "a pesar de que las mujeres, en su mayoría no denuncian, las estadísticas de diferentes ongs demuestran que, así y todo, Argentina se ubicó ya durante el último año en el segundo lugar (junto a Chile) entre los países donde más mujeres reconocen haber experimentado algún tipo de violencia”.
Violencia vinculada
El estudio también mostró que el vínculo entre el agresor y la agredida continúa siendo un factor elemental en el análisis de la violencia. El 85 por ciento de los violentos son varones y en el 52 por ciento de los casos, quien comete las agresiones es una ex pareja. En un 25 por ciento quien agrede es la pareja actual. Un 13 por ciento se corresponde con la agresión de algún familiar directo o indirecto, el 7 por ciento provino de un jefe o un extraño y el 2 por ciento restante fue propinado por un padre o padrastro.
El trabajo también segmentó los resultados geográficamente y arrojó que la violencia está concentrada en proporción con la cantidad de habitantes de cada región: el Gran Buenos Aires encabeza el ámbito con mayores casos, con el 55 por ciento de los hechos, seguido por la Ciudad de Buenos Aires, con el 22 por ciento de los casos. Mendoza se ubica en el tercer lugar, con el 4 por ciento y Córdoba se posiciona cuarta con el 3 por ciento de los hechos. El 16 por ciento restante se divide en el resto del país.
Entre sus conclusiones, el informe del CIPDH consideró que “los resultados muestran que la violencia afecta de un modo u otro a tres cuartas partes de las mujeres argentinas, lo que denota claramente la necesidad de profundizar en una mayor cantidad de medidas que aborden este tipo de problemáticas”.
En congruencia, Gil Lozano remarcó la importancia del informe porque consideró que “la crueldad de las estadísticas nos sirven para saber bien en donde estamos parados y para trabajar empíricamente con acciones cada vez más eficaces” y concluyó diciendo que “hay que deconstruir años de patriarcado y esos sistemas de valores imperantes que han regido nuestras sociedades”.