Un viejo depósito familiar ubicado en Segurola 1289, en Floresta. Una consola Tascam de 16 canales y la presencia de Miguel Krochik, un músico de rock acústico que sacó su único disco en 1973, llamado "Guilmar".
Esa fue la fórmula para que, a comienzos de los años ‘80, los Estudios Panda se convirtiesen en el espacio predilecto para la creación y grabación de buena parte de los discos y las canciones más emblemáticas del rock nacional. Algo así como el Abbey Road argentino.
Yendo de la cama al living de Charly García, Vasos y Besos de Los Abuelos de la Nada, After Chabón de Sumo, El ritmo mundial de Los Fabulosos Cadillacs, La dicha en movimiento de Los Twist, el legendario Oktubre de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y hasta Ciudad de pobres Corazones de Fito Páez y las primeras andanzas como solista de Andrés Calamaro son algunos de los discos de los que los estudios fueron testigo de su nacimiento.
Sin embargo, Estudios Panda también abriría sus puertas durante los años ‘90 y 2000 a la música tropical, dándole espacio a Gilda, Antonio Ríos, Sombras, Ráfaga, y Green, entre otros.
La historia del mítico estudio de Floresta la plasmó Nicolás Irgarzábal en su reciente libro Grabado en Estudios Panda. Historias de una fábrica de hits (1980-2020). El libro es parte de una investigación que Irgarzábal realizó durante tres años y que cuenta con más de cien entrevistas no sólo a los artistas sino también a técnicos, productores y otros tantos trabajadores de Panda.
“Eran 40 años de historia que me tiré de cabeza, investigando, entrevistando. De fondo está cómo la tecnología iba avanzando, y también el telón del país: la hiperinflación del ‘89 se vio reflejada en que no había vinilo para fabricar los discos, así que no se grababa mucho”, contó Irgarzábal en diálogo con Gabriel Cócaro en La Casa Invita.
El libro, lejos de ser una mera descripción de detalles técnicos, ahonda en los secretos y anécdotas que se sucedieron en aquel viejo depósito devenido estudio.
A modo de cierre, una de ellas: en 1987, Sumo, la banda comandada por Luca Prodan, entró a grabar After Chabón sin temas preparados. Ayudados por los efectos de la marihuana, según cuenta Germán Daffunchio, e incluyendo temas viejos nunca registrados, llegaron a completar lo que sería uno de sus discos más recordados.