"No se acaba el mundo, se acaba diciembre", lanzó este jueves la psicóloga Graciela Moreschi. La frase tiene sentido más allá de la obvio. Se debe a que durante el último mes del año los casos de estrés aumentan considerablemente en todo el mundo. Mucha gente sufre picos de esta manifestación y sintomatiza de diferentes maneras.
Además, no se trata de un diciembre más. "Estos años tienen como un condimento un poco mayor, por la incertidumbre que genera la pandemia", comentó la especialista por AM750.
Moreschi también dijo que en general el estrés tiene que ver con que, "además del agotamiento del año que todos tenemos, hay muchos cambios". "Diciembre es una época donde las rutinas cambian, hay ciclos que terminan", explicó.
Esto afecta en la salud mental, ya que las rutinas "favorecen para que podamos funcionar". "Nosotros podemos tener muchas cosas, pero si estamos automatizados durante el año, más o menos sabemos qué cosas sigue a lo que tenemos que hacer y cómo manejarnos", agregó al respecto.
Y sumó: "Diciembre tiene eso más las fiestas, que son un condimento especial, porque es como un momento de evaluación de la propia familia, por ejemplo. Con la fantasía de la familia ideal que tendríamos que tener".
¿Cuáles son los síntomas más habituales?
- Aumenta la confusión
- Se olvidan más cosas
- Disminuye el disfrute
- Incrementa la ansiedad
- Crece el cansancio
- Se padece insomnio
- Hay hipertensión
- Se sufren más dolores de cabeza
- Aparecen nuevas alergias
- Se tienen problemas digestivos
"El estrés es necesario. Es la adaptación del organismo a situaciones nuevas. O sea que hay cambios fisiológicos, pero cuando son en exceso el organismo no se puede adaptar a tantas situaciones nuevas. Entonces a veces aparecen síntomas físicos", explicó la psicóloga.
Y agregó: "Hay como un polimorfismo de sintomatología, pero cuando uno siente inclusive aparecen alergias, aparecen toda sintomatología extraña".
¿Cómo se puede evitar?
La pregunta del millón. La respuesta se reduce a un único punto, aunque son varios los consejos para encaminarse. "Hay que aflojar la exigencia", expresa Moreschi.
Para poder hacerlo, la especialista recomendó "sentir qué cosa uno tiene ganas de hacer y que no. "Ver que uno, por lo menos en la semana o en el día, tendría que tener una hora para resetearse. Para no hablar con nadie. Una hora donde uno tenga ganas de estar solo", expresó.
Y luego hizo una aclaración: estas rutinas sanas no son acumulativas. No se puede dejar todo depositado en las vacaciones por venir.
"Hay gente que trabaja muchísimo durante todo el tiempo, durante todo el año porque después dice me tomo 15 días de vacaciones. No son acumulativas. Es como el sueño, la comida. Yo no puedo comer una vez en el año y todos los demás pasar hambre", concluyó.