El 30 de diciembre pasado el Gobierno nacional autorizó la exploración del subsuelo marítimo en tres áreas de la costa bonaerense. En concreto, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible a cargo de Juan Cabandié aprobó el Estudio de Impacto Ambiental (IEA) que habilita a la empresa noruega Equinor en la búsqueda de hidrocarburos en las áreas CAN 100, CAN 108 (ambas a más de 300 km de Mar del Plata) y CAN 114 (a 400 km de Necochea) y su futura explotación.
El relevamiento sísmico está planificado para comenzar en el segundo semestre de 2022 por un plazo de cinco meses –con operaciones ininterrumpidas las 24 horas, todos los días- y, a partir de allí, se prevé que el procesamiento de los datos recabados demande más de un año.
Según el secretario de Energía, Darío Martínez, el proyecto “Campaña de adquisición sísmica offshore Argentina Cuenca Argentina Norte” -tal su nombre- permitirá a la Argentina no solo aumentar la producción de gas para satisfacer su demanda energética sino también la posibilidad de convertir al país en proveedor de ese recurso para toda la región.
Para el Gobierno el beneficio es doble: la profundización y desarrollo de la exploración y explotación le asegura a nuestro país la soberanía energética, ya que disminuiría la importación de gas, y además su exportación traerá los dólares que el país necesita para hacer frente al complejo contexto económico que afronta a causa de la pandemia de covid-19 y a la deuda de más de US$42 mil millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Extractivismo y crisis climática
Desde que se conoció la noticia de la habilitación para la exploración en la Cuenca Argentina, investigadores y organizaciones ambientalistas –el Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia, la Asamblea por un Mar Libre de Petroleras, el Instituto de Conservación de Ballenas y Greenpeace, entre otras- se manifestaron en contra del proyecto ante el posible impacto que acarrea para la vida marina y su hábitat.
“Los bloques con permiso para exploración se localizan en el talud, un área clave para la estructura ecológica y funcional del Mar Argentino y de la región, con gran influencia de la corriente de Malvinas y en donde se genera el mayor y más productivo frente marino a nivel regional", afirma en un informe el Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia. "Las áreas frontales influyen en procesos de productividad biológica, estructura de tramas tróficas, historias de vida, flujos de CO2, entre otros, y por lo tanto su conservación es prioritaria”, agrega el documento.
Y alerta: “La prospección sísmica genera intensas explosiones acústicas bajo el agua que pueden ser registradas a miles de kilómetros de distancia. La introducción de ruido en el mar puede afectar las funciones biológicas esenciales de mamíferos marinos, tortugas, peces y aves. Los efectos potenciales sobre la fauna marina son diversos e incluyen desde lesiones graves hasta la muerte, efectos físicos y/o fisiológicos, deterioro de la audición, enmascaramiento, y cambios del comportamiento”.
Transición energética: una urgencia de tiempos largos
Para entender cómo llevar adelante una urgente transición energética, el investigador del CONICET y especialista en energía y cambio climático Ignacio Sabbatella aportó en AM750 una mirada que busca comprender los desafíos del necesario cambio de matriz de consumo de hidrocarburos.
Según cuenta Sabbatella, nuestro país es altamente dependiente del gas para la generación de energía eléctrica (lo hace en un 60 por ciento), lo que conlleva que se necesite en cantidades cada vez más crecientes para satisfacer su demanda. La energía hidroeléctrica es responsable del 22 por ciento de la generación de electricidad, y tan sólo el 12 por ciento se produce a partir de energías renovables, junto con la energía nuclear.
“En materia de generación eléctrica, Argentina está un poco atrasada en cuanto a la incorporación de energías renovables: 12 por ciento es más de lo que teníamos hace 5 años atrás, que era el 2 por ciento, pero hoy en día sigue siendo poco para lo que se espera que avancen las energías limpias en nuestro país y el mundo”, explica el investigador.
“Además, la dependencia del gas hizo que no alcanzara para todos los usos y se ha tenido que importar en los últimos años, tanto de Bolivia como gas natural licuado o por barco, y eso repercute económicamente. Por eso, tenemos que hablar no sólo de ambiente, sino también de repercusiones económicas: cuando no alcanza el gas que producimos en Argentina, lo tenemos que importar y eso es salida de dólares”, argumenta.
El restante 40 por ciento es explicado en gran parte por la energía hidroeléctrica (22 por ciento), la energía nuclear y el resto energías renovables (12 por ciento), según datos de principios de 2021.
Uno de los argumentos que esboza el Gobierno para llevar adelante la exploración offshore en la Cuenca Argentina es, justamente, económico. Se dice que Argentina necesita hacerse del gas y del petróleo porque eso va a favorecer dejar de importar esos hidrocarburos y porque, además, nos va a permitir exportarlos para generar divisas.
IS: Hoy hay más expectativa de que crezca la producción de gas en Vaca Muerta, y con esto, dentro de unos años, lograr el autoabastecimiento completo de gas. La expectativa mayor en el offshore es una idea más exportadora, porque en la Argentina las necesidades internas de petróleo las tiene bastante cubiertas, y por eso todo lo que se sume de reservas de petróleo van a ser pensadas más para exportación que para el consumo interno.
¿Hay una contradicción entre esa exploración y el cumplimiento que tiene el Estado nacional en materia de cambio climático con el Acuerdo de París?
IS: No hay una contradicción por algo básico, por lo menos en los compromisos asumidos por Argentina: si es para exportación, ese petróleo no lo va a consumir Argentina, por lo tanto no se cuentan las emisiones de este petróleo para Argentina sino para el que lo consume.
A nivel mundial, ¿está bajando el consumo de este tipo de hidrocarburos? ¿Se prevé que bajen debido a la crisis climática? Extraerlos sería contribuir a su uso…
IS: Ahí nos metemos en una discusión, que es bastante interesante, porque un poco se pierden de vista cuáles son los plazos de la transición energética. A nivel global va más lento de lo deseable en el contexto de la crisis climática, porque hay infraestructura que hay que readecuar, hay que hacer nuevas inversiones en el sector de las renovables y dejar de invertir en el sector de hidrocarburos. Todos desearíamos que fuera más rápido, pero sin dudas que si le cuesta a los países centrales, a los países periféricos como Argentina les cuesta más todavía.
Todos desearíamos que la transición energética fuera más rápida, pero si le cuesta a los países centrales, a los países periféricos como Argentina les cuesta más todavía
¿Pensar en este tipo de proyectos no es pensar en proyectos de vida corta si el mundo está mirando hacia las energías renovables debido a la crisis climática? ¿Es rentable en un futuro extraer petróleo si estamos yendo o deberíamos ir por otra vía?
IS: Hay que tener en cuenta que no se va a dejar de consumir petróleo ni el año que viene ni dentro de diez años, y es probable que el consumo a nivel mundial permanezca durante tres o cuatro décadas a pesar de la crisis climática. Hay empresas privadas, en este caso Equinor, que hacen una apuesta por seguir buscando el crudo y con una inversión de riesgo económico muy importante porque es en medio del mar. Si lo hace es porque han estimado que la demanda mundial va a seguir sosteniéndose en los próximos años a pesar del contexto climático y a pesar de que uno piensa que los hidrocarburos van a tener menos lugar.
Sí, hay una cuenta económica que cierra en términos de rentabilidad, pero en términos socioambientales tal vez no. ¿Por qué mejor no acelerar el proceso de transición hacia las energías renovables? Argentina hasta pueda ser vanguardista en la materia.
IS: Ahí me gustaría remarcar un punto de todo en este debate que tiene que ver con las responsabilidades no sólo presentes sino también históricas del cambio climático. Cuando uno hace la cuenta hacia atrás de la participación por país en la emisión de gases de efecto invernadero, los primeros son los países más ricos: Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y, en los últimos 20 o 30 años, se agregaron China y la India. Argentina explica sólo el 0,7 por ciento de todas las emisiones presentes. En realidad, los países periféricos o de ingreso medio tienen que hacer su aporte en la misma medida en que hayan sido responsables del cambio climático.
Argentina enfrenta restricciones de todo tipo: económicas, financieras, tecnológicas, para avanzar en la transición más rápido. Que la tiene que hacer, la tiene que hacer, pero en la velocidad y ritmo que puede sostener el propio país en cuanto a todas esas restricciones, empezando por la generación eléctrica.
Transporte, industria y usos cotidianos: el paso hacia una nueva matriz energética
“Que el transporte terrestre, aéreo o marítimo deje de consumir hidrocarburos y se haga eléctrico o consuma hidrógeno u otro tipo de combustibles, que son tecnologías que ni siquiera están del todo desarrolladas en el mundo, todo eso va a llevar tiempo, más de lo deseable. Argentina está dando sus primeros pasos”, apunta Sabbatella sobre el ubicuo recambio en todas aquellas actividades que, actualmente, funcionan a partir de carbón, petróleo o gas.
En esa línea, el investigador señala que la misma transición hacia energías menos contaminantes necesariamente ocasionará una profundización de la actividad minera, una de las más contaminantes a la hora de extraer los recursos naturales necesarios para la fabricación de baterías o paneles solares. “Impacto nulo no va a haber”, subraya.
Si damos lugar a esta transición energética, necesitamos baterías para los autos eléctricos, por ejemplo. ¿Qué es más contaminante, el gasoil, el petróleo o la megaminería, que necesita millones y millones de litros de agua para poder extraer los minerales necesarios para la fabricación de la batería? Pongo el ejemplo para pensar en la complejidad de esa transición...
IS: Hay un punto que es clave y es que en el debate ambientalismo versus desarrollismo se pierde de vista que la transición va a requerir una intensificación de la actividad minera con obras de litio, cobre y tierras raras. Hay un sinfín de minerales que van a ser necesarios no sólo para las baterías de los autos, sino también, por ejemplo, para molinos eólicos y para paneles solares que necesitan silicio.
Tenemos que tener en cuenta que no hay impacto cero en ninguna actividad humana ni siquiera si nos propusiéramos transitar hacia una matriz energética más limpia, pero puede ser controlado y regulado. Tenemos que ser lo más eficaces posibles con un Estado que sea cada vez más fuerte. Hay que dotar de capacidades de control y de regulación al Estado, y que las empresas que operan con hidrocarburos tengan las mejores prácticas y tecnologías, pero impacto nulo desde ya que no lo va a haber.
Financiamiento y soberanía energética: ¿cómo y por dónde comenzar?
El Gobierno prevé tratar este año en sesiones extraordinarias durante el mes de febrero una nueva Ley de hidrocarburos que propone generar un nuevo marco jurídico que fomente la inversión en gas y petróleo.
El decreto 900/2021 le otorgó a Equinor una reducción de regalías en el área CAN 100 como parte de las medidas que establece la ley vigente. Así, la empresa noruega pagará 6 por ciento de regalías en los primeros diez años, luego subirá a 9 por ciento en los siguientes 10 años y en la última década de la concesión regresará al 12 por ciento.
Es que la ley nacional 17.319 permite otorgar incentivos como la reducción de regalías para proyectos complejos, como el offshore.
¿Los dólares que ingresan por la exportación en caso de que efectivamente se encuentren y se exploten hidrocarburos en la Cuenca Argentina, podrían financiar la transición energética?
IS: Eso es lo deseable y creo yo que esto tiene que formar parte del debate sobre el tema offshore, pero en términos económicos generales, también. Argentina tiene que generar ingresos para poder invertir en esta transición energética, y el proyecto de Ley de Hidrocarburos, que aparentemente se va a discutir en sesiones extraordinarias hacia febrero, tiene previsto un inciso donde parte de lo que se recaude de regalías por actividad hidrocarburífera en general estaría destinado a energías limpias. Mi opinión personal es que ese porcentaje debería ser todavía mayor.
El desarrollo de energías alternativas, ¿puede constituir una forma de soberanía energética?
IS: La soberanía energética hace un siglo atrás estaba muy ligada a la propiedad de los hidrocarburos, especialmente el petróleo y, en ese sentido, a la YPF estatal y a todo el accionar del Estado. Después, ese concepto de soberanía fue flexibilizándose, fue tomando otros matices más vinculados no sólo a la propiedad sino a que la soberanía pasa por que el Estado pueda tener la posibilidad de decidir cómo, dónde y cuándo extraer recursos y generar energía que no necesariamente impide la participación privada.
Por último, ¿se puede salir del binarismo ambientalismo versus extractivismo?
IS: A mí no me gusta usar mucho el concepto de extractivismo porque fue tomando un sesgo muy peyorativo, como si fuese posible desmarcarse, en un país como Argentina, de la extracción de recursos y actividad primarias. Aspiramos a que Argentina pueda, desde sus recursos y las actividades primarias extractivas, ir avanzando cada vez con mayor valor agregado, encadenamiento productivos y vinculación al sistema científico tecnológico. Pero esto no va a ocurrir prohibiendo este tipo de acciones, sino que tenemos que aspirar a que suceda con los mayores y más estrictos controles ambientales y hacia una mayor complementación de estas actividades.