En su editorial, Raúl Zaffaroni reflexionó sobre la crisis climática y sostuvo que "estamos viviendo la sexta extinción planetaria de seres vivos".
Se ha organizado un movimiento bajo las siglas CONASUD, que sintetiza Convocatoria por la Naturaleza como Sujeto de Derecho. Es un movimiento que nació de una iniciativa previa denominada Bosque de la Poesía, en que un grupo de poetas se dedica a plantar árboles y a reclamar que el derecho considere a la naturaleza también como persona, o sea, como ente con derechos propios no humanos.
Esto de los poetas,parece una cosa medio utópica y, por qué no decirlo, una cosa de gente que no tiene problemas más urgentes en qué pensar. La llamada opinión pública, determinada por los monopolios mediáticos que nos embotan la mente y nos roban la realidad, muestra nuestros problemas del día a día como si nada tuvieran que ver con ese reclamo de poetas que plantan árboles. Pero debemos reaccionar.
Tenemos que darnos cuenta de que nada es independiente, sino que todo está interrelacionado, porque todo está sometido a los mismos intereses. Sin ir más lejos, la temperatura récord que nos aplasta, que seca los campos, y los tapabocas que llevamos para protegernos del covid no son independientes del poder mundial. No nos engañemos.
Ya no se sostiene la fe de que todo esto es normal y responde a etapas de la vida planetaria. Esta mentira la financiaron los poderosos del mundo. Ahora no queda espacio para la mentira. Avivémonos. Vivimos las consecuencias del cambio climático. Lo sentimos en la piel, en nuestras vidas. De no cambiar nada, sentiremos mucho más y lo pasaremos mucho peor.
Estamos viviendo la sexta extinción planetaria de seres vivos. La anterior fue hace 66 millones de años con la extinción de los dinosaurios. En este momento, considerando sólo los animales vertebrados, hay más de mil especies en riesgo de extinción. 500 de esas especies en peligro de extinción están en nuestra América.
No sube la temperatura porque así debe ser, sino porque lanzamos gases al aire. No aparece el covid porque un chino se comió un murciélago, sino porque alteramos la vida y con eso alteramos la vida microscópica, pero por efecto de locuras humanas.
Hace cien años decían que la gripe española venía de China y censuraron la información. Venía de Kansas. Lo que pasó fue que España no la censuró y por eso la llamaron española. La llevaron a Europa las tropas norteamericanas. Mató a más de 50 millones de personas en el mundo. Esas tropas determinaron el triunfo de los aliados en la primera guerra mundial, pero ese triunfo causó muchas más muertes que la propia guerra.
Ahora leemos cosas tales como que se volcaron miles de barriles de petróleo en la costa peruana. Esta noticia la leemos en las últimas páginas de los diarios. La TV casi no lo registra. Creemos que nada tiene que ver con nuestra vida hasta que nos comamos algún marisco empetrolado. Y claro, quizás ni siquiera nos demos cuenta al comerlo.
El mundo de hoy está sometido al poder de corporaciones transnacionales que ya no responden a los estados, sino que se valen de los estados, de los aparentemente poderosos estados del hemisferio norte, cuyos gobernantes, en definitiva, son rehenes manejados como títeres por esas corporaciones cuyos gerentes permanecen detrás de los telones o en la casilla del apuntador.
Lo que vivimos cotidianamente está íntimamente enlazado con nuestra vida planetaria y es el resultado de una enorme criminalidad financiera mundial que maneja la política del hemisferio norte y nos somete a los del sur. Esta criminalidad es lo que queda cuando la desnudamos, cuando le quitamos la máscara ideológica que se autodenomina neoliberalismo, que nada tiene de liberal. Y de nuevo, pues es un maquillaje superficial del viejo racismo.
Alguien escribió "los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el ambiente". No se trata de la afirmación de algún zurdito suelto, como diría alguna diva conocida, ni tampoco de un nostálgico setentista. Es el Papa en la encíclica Laudato Sí. Es el párrafo 56 de la encíclica.
Por si no quedara claro, el Papa agrega: "Lo cierto es que el sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista. Por qué hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana. Si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas".
Dejemos de lado lo que cada uno crea. Pero preguntémonos si lo que el Papa llama expectativa divina no podemos llamarlas expectativas humanas. Pues que la expectativa humana puede ser nuestra desaparición del planeta. Lo que este movimiento de poetas reclama es que el derecho deje de ser antropocéntrico. No somos los dueños de la naturaleza, no podemos hacer con ella lo que queremos simplemente porque somos parte de ella. En el centro no estamos nosotros solitos, estamos los seres humanos, el planeta y la disyuntiva es férrea. O reconocemos los derechos de los seres no humanos o desaparecen los derechos humanos simplemente porque desaparecerían los humanos.
Hay quienes, pesimistamente, consideran inevitable que vayamos a desaparecer los humanos y por ende calculan que sobrevivirán los pulpos o cefalópodos en el fondo de los mares. En tal caso, dentro de unos cuantos millones de años, algunos cefalópodos, algún cuerpo inteligente, arqueólogo, descubriría que hubo una especie de tontos que se suicidaron.
Hay otras versiones opuestas, en general provenientes de los neoliberales más delirantes, que pretenden que la tecnología convierta a esa minoría que hoy concentra la riqueza del mundo en transhúmanos destinados a vivir en planetas a miles de años luz. Un delirio que, creo,, no se ha dado en toda la historia.
Personalmente, no creo que quien sea que nos haya dotado de un cerebro tan rudimentario nos haga perder la pulsión de supervivencia de la especie. Si así fuese, seríamos los seres más degenerados de la vida planetaria. Un verdadero error de la naturaleza.
Apuesto a que esto no es así y por ende que nuestras neuronas harán que prime la razón y que la crisis que todo el mundo vaticina que se avecina, pero que nadie sabe para dónde apuntará, sea una oportunidad de reacción, de supervivencia de la especie. Esta apuesta tiene una ventaja. Si me equivoco, no va a quedar nadie para reprocharme el error.