“Nosotros no leemos como crítica el que digan que fue una locura tomar una deuda a cien años porque lo loco es que la hayamos obtenido a un año de haber salido del default. Eso demuestra que generamos confianza”. El autor de la frase fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien la pronunció sin sonrojarse ante los senadores durante el informe que presenta mensualmente a las Cámaras legislativas. Si bien el ministro coordinador reiteró en más de una oportunidad la necesidad de reducir el déficit fiscal, por supuesto que heredado del gobierno anterior, también afirmó que “no hay que temer fantasmas de grandes ajustes”. La mayoría de los senadores de la oposición rechazaron estos argumentos pero el más duro fue Fernando Solanas quien señaló que “lo que dice el ministro suena lindamente falso”.
Algo más de cuatro horas duró el informe de Peña y durante todo ese tiempo el recinto del Senado estuvo bastante despoblado. La mayoría de los senadores kirchneristas del bloque del PJ-FpV estuvieron ausentes. Tal vez eso fue que llevó a que el jefe de ministros no mostrara su perfil más belicoso y de campaña, como ocurrió en otras oportunidades.
Peña buscó de entrada mostrar algún logro del gobierno del presidente Mauricio Macri y cuando abrió su informe se concentró en la lucha contra el narcotráfico. Los senadores lo escucharon entre somnolientos y distraídos. Suele ocurrir.
Una vez que finalizó su corta introducción comenzaron las críticas. El primero en hacerlo fue el peronista José Mayans. El formoseño, con su tono campechano, le dijo que la deuda centenaria “es una vergüenza” pero además afirmó que el escenario económico es más que preocupante porque según sus datos hay 880 mil millones en Lebac, que el año pasado se pagaron casi 200 mil millones y se prevé que para este 2017 se llegue a 240 mil millones: “Todo esto se pagará al sector financiero para tratar de decir que la inflación bajó”, indicó.
Es más, el senador afirmó que es preciso que se “cambie este esquema de bicicleta financiera porque si el Banco Central paga una tasa al 27 por ciento no hay quien quiera arriesgarse a poner una pyme y, por lo tanto, se profundiza la caída del empleo. Me preocupa lo que viene después, que será ajuste porque se les escapó el déficit fiscal”.
Peña siguió la intervención de Mayans acodado en el escritorio que tenía. Mientras, el formoseño continuó: “El gasto público aumentó, el déficit es muy fuerte y por eso estamos preocupados por el gran endeudamiento. Veo que es un esquema irresponsable y le pido que hago algo con respecto a los 100 años porque raya con traición a la patria”, afirmó levantando un poco el tono de voz. Peña no se inmutó.
La siguiente crítica llegó desde Río Negro. Silvina García Larraburu, también del PJ-FpV, le dijo al jefe de Gabinete: “Me gustaría leer el diario que lee usted, porque la visión positiva que ustedes tienen no es lo que se ve en la calle. Algunos dicen que el poder aísla, veo que lo que usted dice es un conjunto de buenas intenciones, pero no se condice con lo que pasa en la calle y en el interior profundo”, sostuvo la legisladora.
Peña evitó entrar en debate y sólo se limitó a afirmar que “evidentemente tenemos perspectivas distintas de nuestro país. Hay diferencias profundas respecto del diagnóstico del país que nos dejaron”, dijo para luego afirmar que Cambiemos procura “evitar el aislamiento del poder”.
La senadora María Fiore Viñuales, del bloque Pares, también cuestionó la emisión de ese bono, al igual que Fernando “Pino” Solanas, de Proyecto Sur. Este último fue durísimo con el funcionario pero también con sus colegas opositores al que los conminó a “salir de la siesta del Senado” porque “necesitamos que este cuerpo se plante ante la máquina de daño para la estructura y el trabajo argentino” que son las políticas del gobierno de Cambiemos”. Solanas luego dijo que “el relato del Gobierno es muy peligroso tanto que parece un mono con navaja por comprometer a cinco generaciones futuras”. También afirmó que el gobierno violó “la Ley de Presupuesto 2017 y la ley de Administración Financiera que prohíbe la emisión de crédito público para el pago de gastos de la administración del Estado”. Para que no quedaran dudas, Solanas calificó al gobierno como “impostor y mentiroso”. Mientras el legislador hablaba y acusaba, Peña no movió un músculo.
Cuando llegó el turno que el funcionario responda a estos cuestionamientos, retomó la versión de las miradas diferentes pero honestas de lo que ocurre en el país. Luego buscó explicar cómo el gobierno elabora un programa: “Nosotros primero miramos el horizonte al que queremos ir. Por ejemplo uno con generación de trabajo, con mirada republicana, constitucional e institucional de cumplimiento de leyes y diálogo, con una sociedad que cuida a los más débiles, un sector privado que se anime a competir y se anime a generar mayor valor en todo el planeta” (sic).
El último en hablar fue Miguel Pichetto que, como si fuera el jefe del bloque oficialista, tomó la línea del discurso inicial del jefe de Gabinete sobre seguridad y el combate al narcotráfico al sostener que la situación “requiere un corte transversal de toma de decisiones de un conjunto de medidas” y replanteó respecto a la formación de las Fuerzas de Seguridad y denunció que “el delito de narcotráfico va de la mano de la migración delictiva”. El oficialismo, agradecido.