En su editorial, Cynthia García analizó el saldo que dejó la marcha "1F" que se realizó frente al Palacio de Tribunales en pedido de la "democratización de la justicia", contra el lawfare y la vinculación de integrantes de la Corte Suprema en el armado de causas judiciales.

La justicia como entidad conceptual no existe. Eso hay que precisarlo. Hay quienes dicen que odian la injustica. Lo que enoja es la falta de acceso a la justicia de algunos sectores. Enoja la arbitrariedad y las distintas varas de esta Corte Suprema. Lo que enoja es una una mayoría compuesta por tres jueces que deciden la institucionalidad de un país. 

Me parece que lo importante reflexionar sobre la dificultad que tiene gran parte de nuestra población para acceder a la justicia. Yo escuchaba hace unos años María Laura Garrigós que en su momento decía los jueces no estamos generando un buen acceso a la justicia. Este problema no viene de ahora, viene de un de antaño, de un poder monárquico. 

La concentración en 30 puntos del país para protestar contra la cabeza del Poder Judicial argentino abre un camino. No todo el oficialismo ni todos los actores que integran el Frente de Todos se mostraron enfáticamente a favor de la manifestación pero la asistencia masiva frente al Palacio de Tribunales en Capital Federal demuestra que hay una fuerza social disponible que espera ser convocada.

A menudo el gobierno cavila entre ecuaciones y profecías que proyectan fragilidad y no se anima a más de lo que a Álvaro García Linera llama progresismo con liderazgo administrativo. Se convierten en gobiernos de transición a la luz de todos. 

El poder real también ve estos intentos de progresismo con liderazgo administrativo como gobiernos de transición. No es bueno ser un gobierno de transición.

Un gobierno de transición nunca va a romper las bases del poder real. Tal vez ese sea el gran déficit de este gobierno, no atreverse con los poderes constituidos. 

La marcha de ayer ofrece otra interpretación que ilusiona. Se vuelve insumo en la experiencia política para imaginarse campo fértiles en un escenario de encierro y agobio. Allí estamos.

Me atrevo a decir que podría haber sido mucho más multitudinaria de lo multitudinaria que fue y que mucha gente no fue a la marcha porque también impacta la desazón frente al futuro. 

Si no se puede contra el fondo, si no se puede contra los grupos económicos concentrados, si no se puede contra el lawfare perpetrado por la Corte Suprema, si no se puede contra las campañas mediáticas de veneno injurioso, si no se puede porque no hay decisión política, porque a este gobierno le falta peronismo, porque no está representado en la dirigencia de conducción la gran base electoral que lleva este Gobierno al triunfo, a los sectores populares no les queda otra que la calle. 

La calle es el lugar donde se conquistan los derechos. Históricamente ha sido así. Los dirigentes interpretan las demandas que se cocinan en ese caldo o ese caldo creará nuevas referencias públicas que encausen las demandas, más allá de la contención moderada de los dirigentes que no se animen.