El proceso de destrucción de empleo industrial no se detiene según las estadísticas laborales difundidas por el Ministerio de Trabajo. En abril las actividades manufactureras y las petroleras sumaban 41.600 puestos de trabajo perdidos en relación al mismo período del año pasado. El cierre de la planta productora de snacks de la estadounidense Pepsico en Vicente López, la reducción de personal decidida por Puma en sus empresas de calzado e indumentaria ubicadas en La Rioja y la baja definitiva de las persianas anticipada por la química Lanxess en Zárate representan los exponentes más recientes de un proceso que es acompañado de manera pasiva por el Ministerio de Trabajo.
Sin embargo, los niveles de empleo registrado totales muestran una variación favorable. Los datos oficiales muestran que durante el cuarto mes del año hubo 138 mil asalariados más que en el mismo período de 2016. Los registros utilizados por los funcionarios para celebrar una supuesta recuperación laboral ocultan que prácticamente la mitad de esos nuevos puestos de trabajo se explican por la inscripción de nuevos monotributistas: en un año se registró un incremento neto de 68 mil individuos. No se trata de creación de nuevos empleos sino de un proceso de “blanqueo” de una situación laboral precaria a través de esa modalidad. El fenómeno responde a la extensión de la Asignación Universal por Hijo a ese colectivo de trabajadores en abril del año pasado.
El resto de los rubros que compensan el impacto de la apertura comercial y la contracción de la demanda interna sobre la actividad manufacturera son el empleo público con 32.700 empleos en un año, los monotributistas sociales al sumar otros 32.000 y la construcción con 24.200 puestos. Tres sectores dependientes del gasto y la inversión estatal.
La estabilización de las estadísticas laborales celebrada por la Casa Rosada desde comienzos de año no refleja una reactivación de la economía, sino como el resultado de una política social dispuesta por el Gobierno que balancea a nivel global las consecuencias de la política macroeconómica. Los puestos de trabajo en relación de dependencia en actividades industriales destruidos se compensan por la inscripción de individuos que trabajaban en condiciones irregulares en el monotributo ya que pueden mantener sus derechos en materia de asignaciones familiares y lograr cierta cobertura adicional.
El escenario descripto por el Indec para el primer trimestre cuando la desocupación ascendió hasta 9,2 por ciento, el registro más elevado en una década para un período enero-marzo, acompaña esa dinámica. Con una nueva configuración se mantienen “estadísticamente estables” los niveles de empleo registrado mientras que el incremento en el desempleo lo explican la destrucción de puestos más vulnerables.
Los datos publicados ayer por la cartera laboral tampoco dan cuenta de una mejora sostenida durante los primeros meses del año. En abril la cantidad de trabajadores registrados anotó un retroceso mensual de 22.300 trabajadores que, cuando se depuran los elementos específicos del período, arroja una variación positiva de 12.200 trabajadores. Los datos se construyen sobre un universo de 12 millones de trabajadores en la actividad privada, el sector público y el monotributo social que figuran en los registros administrativos del SIPA de la Anses.
En abril, la cantidad de asalariados del sector privado se contrajo en 50.600 puestos de trabajo frente al mes anterior, mientras que la medición sin estacionalidad arrojó un reducción de 1500 puestos mensuales. Las caídas fueron generalizadas y ni siquiera se salvó la construcción que había comenzado a ofrecer un impulso incipiente.
En la industria manufacturera la caída fue de 5700 empleos que, en los registros desestacionalizados maca 2200 puestos menos. La mayor caída mensual la muestra el empleo agropecuario con una reducción estimada de 15.200 empleos. Esa dinámica está asociada a la terminación de las cosechas durante el verano ya que los registros depurados arrojan un alza de 1600 puestos. La construcción, por su parte, se mantuvo estable en la comparación mensual y en la medición sin estacionalidad anotó una suba de 3500 empleos.
Las autoridades de la cartera laboral publicaron ayer la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que en mayo mostró una leve variación positiva de 0,5 por ciento respecto al mismo mes del año anterior y se mantuvo estable en la comparación contra el mes anterior. Este comportamiento se explica por una mejora del 8,7 por ciento interanual en la construcción y del 2,9 por ciento en los rubros vinculados al comercio. Como sucede con los datos del SIPA, el impulso en el sector privado es contrarrestado por la sostenida caída en la industria manufacturera que para la encuesta marcó un retroceso del 4 por ciento interanual el mes pasado.